¿Michael y Perón tienen sus propios fantasmas?

Dos videos, un sólo tema: espectros que merodean en la vereda de los vivos. El de Michael Jackson apareció en su residencia y, una mujer fantasmagorica, anda cerca de la bóveda de Peron. ¿Que los hay, los hay?

Por José Luis Gallego

Recientemente han aparecido dos noticias, corroboradas por respectivos videos testigos donde aparecen primero, un espectro en la residencia de Michael Jackson y, en segundo lugar y en el plano nacional, un espectro femenino, en la boveda de la familia Perón. Verdad, prensa amarilla o fantasía. Vaya a saber. Lo cierto, y comprobable es que ambas noticias generaron una gran cantidad de lecturas, por lo que se desprende que: más allá de si es real o no, el público esta más que interesado en el fenómeno post mortem.


Sin embargo parecería que, a diferencia de la edad media, ya nadie cree en fantasmas, espectros, muertos vivientes, hombres gaseosos y otros representantes del más allá, nadie. Pero mienten, sino sienta como se erizan los pelos de su nuca cuando escucha un relato del más allá, acompañado de una pequeña prueba, como un video o una fotografía.


La verdad es que nadie debería avergonzarse por decir que ha visto un fantasma. Pero la sociedad en la que vivimos nos induce a creer que los fantasmas son parte de la creencia ancestral en mitos, leyendas o fantasías que alimentan nuestra imaginación.


 La palabra fantasma, viene del griego phantasma y significa, espectro, visión quimérica. Es como se califica a una aparición semivisible. La fantasmogénesis, estaría englobada dentro del estudio de los fenómenos PSI-KAPPA y a su vez dentro de lo que consideraríamos como ideoplástias. En conjunto con las teleplastias, ectoplasmas, ectocoloplasmas, materializaciones etc., los casos de apariciones fantasmales, están considerados como un efecto recíproco entre nuestro plano y el mundo etérico.

Marcamos ese descreimiento llamándolos irrealidades. Sin embargo, como sociedad, creemos en las mentiras más descaradas mientras éstas sean aceptadas por la mayoría de nosotros, por ejemplo la utilización de los fondos del Estado por los gobiernos de turno, o falacias de esa índole. Es la masa, el gran conjunto, el que marca lo que es de creer y lo que no. Nuestro nivel o estadío de percepción es una aceptación cultural y social. Aquellos que escapen a este rango son considerados locos o videntes.

Pero, ¿de qué estamos hechos?, ¿tenemos alma?, somos sólo un conjunto químico de huesos, tejidos y electricidad o algo nos habita ¿Hacia dónde va esa esencia tan difícil de explicar, una vez que morimos?
¿Donde está Michael Jackson en este momento? Que es lo que nos impide pensar que su parte no material deambula por los pasillos de la existencia.

Nuestra sociedad vive de espaldas a la muerte. Dejamos a nuestros parientes en cementerios desbordados y los abandonamos a su suerte. La ciencia, no ha logrado abarcar el misterio de la existencia y mucho menos comprender los diferentes estadios de la materia. En este sentido sólo algunas culturas han evolucionado considerablemente hacia el terreno del más allá. Los más destacados son los tibetanos y esto se refleja en el Libro Tibetano de los Muertos, una guía detallada para que quien abandona la vida, tenga cobijo en el mundo fenoménico. El Libro Tibetano de los Muertos o Bardo Thodoll, según su prólogo, debe ser leído en vida y una vez acontecida la defunción, hay que re leerle al muerto cerca del oído para que se guíe.

Imaginen sólo por un momento que aquella voz de nuestra mente que nos habla constantemente desde que somos chicos, no muere junto con nuestro cuerpo, sino que persiste, una sutil representación energética de nuestro organismo que sobrevive y piensa. Es decir, luego de morir despertamos a otra realidad que siempre negamos, ¿qué sentiríamos? ¿Acaso pánico de no poder comunicarnos con quienes nos lloran?  ¿Terror de ser negados por quienes nos amaban? Vagando solitarios por cementerios repletos de seres abandonados. Ciudades habitadas por seres descarnados que deambulan ignorados por los vivos.  Somos nosotros quienes pensamos, o son los pensamientos quienes piensan a través nuestro. ¿Los espectros son mucho más sencillos, más sutiles, más cercanos que el imaginario del fantasmita con sábana blanca?  Quizás los aparecidos, sólo son seres descarnados que sufren por no poder abandonar la gran ciudad de la razón, condenados a deambular junto a la materia muy lejos del paraíso. Sólo eso, seres gaseosos que sufren y deambulan.

Personalmente, soy de la opinión de que para que un fantasma se plasme, materialice o manifieste, se necesitan una serie de condiciones que no creo que sean fáciles de reunir. El porqué, es sencillo; si esto se diera con facilidad, los casos de fantasmogénesis se darían a menudo.

Así que, ¿porqué no prestar atención a las demostraciones más evidentes que nos ofrece la tecnología como los videos y las fotos digitales? Acaso, no son pruebas irrefutables. Pienselo, solo piénselo, y preste atención, quizás junto a usted hay algo o, quizás es sólo una sensación.

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