“Los cuentos fueron compartidos en cada sociedad como un medio de entretenimiento, de educación y de preservación de la cultura, el conocimiento y los valores. El cuentero los inventa o recrea en el aquí y ahora con su público. Entonces la cuentería no es literal respecto a la fuente: el cuento está vivo y nunca es el mismo”. Así explica su oficio José Luis Gallego, un “hacedor y contador” de relatos orales que, en los últimos años, abocó esta tarea que lo apasiona a la misión de derribar los muros – imaginarios y no tanto – que dividen a muchas personas del resto de la sociedad.
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Autor de las narraciones para grandes y chicos compiladas en “La Existencia es Mullidita” (2004) y “El Niño Miguita” (2008), y fundador de la compañía de cuenteros “El Viajecito de Felipe”, José y sus grupos de trabajo lograron llevar sus talleres no sólo a centros culturales y bibliotecas populares del Conurbano, sino también a la villa y hasta a la cárcel. “La parte más interesante de mi trabajo es el laburo social que se genera”, dice a 24CON, sin dudarlo.
El proyecto con hombres privados de la libertad comenzó el año pasado en el pabellón universitario de la Unidad Penitenciaria 48 de San Martín, coordinado por la UNSaM. Se trata de un taller de cuentos con adultos varones que permanecen alojados en el sector de máxima seguridad. “Intentamos armar una historia que ellos le puedan contar luego a sus hijos dentro de ese contexto, y así romper con el imaginario social de lo que se vive adentro de una cárcel. No todo el mundo va a cambiar, pero suceden cosas muy interesantes”, explica Gallego.
Una de esas “cosas interesantes” fue el caso de Waldemar Cubilla, uno de sus “alumnos” y estudiante destacado de Sociología dentro del pabellón, que apenas salió de su encierro se decidió a alfabetizar en la villa La Cárcova de José León Suárez, y terminó armando allí una biblioteca popular, donde el cuentero brinda ahora un taller para nenes de entre 5 y 10 años que participan, escuchan, inventan y cuentan historias.
“La experiencia es interesante porque se trata de un lugar muy marginal, muy vinculado al basural del Ceamse y, sobre todo, a la cárcel. No se pueden contemplar como realidades separadas: los pibes de la villa tienen a sus padres y hermanos presos ahí. Si no cambian el rumbo, van a terminar igual”, señala José.
Además, dentro de este marco, destaca las ventajas de la narración oral, que permite “saltearse el paso la escritura” del relato, y así incluir a los chicos y a los reclusos que son analfabetos. “A veces utilizamos un grabador, pero nuestro método principal es la memoria y la repetición. Las personas de las que quizás menos lo esperábamos imaginan y crean universos, y así tienen una posibilidad de cambiar la historia con sus propios hijos”, comenta.
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Otro trabajo social que involucra al cuentero tiene que ver con una forma particular y forzada de privación de la libertad: la de los internados en hospitales. En el proyecto “Titiribióticos”, financiado por el Instituto Cultural bonaerense y coordinado por Omar Álvarez, nueve compañeros llevan sus títeres y sus historias a varios hospitales de la zona Norte y Sur. “Hacemos obras al pie de las camas de los nenes que están en sectores de pediatría. Es fuerte ver cómo se mitigan situaciones de angustia y dolor, como ver a un chiquito entubado y lograr que la mamá se ría por un rato”, asegura.
Paralelamente, José está hace dos años al frente del programa radial “Mono Cuentero Eléctrico Rojo”, que se emite los jueves a las 22 a través del sitio www.motabarata.com y se repite los lunes a las 14 por FM La Tribu. A través de esta emisión, hace participar y relaciona a todos los integrantes de sus diversos talleres culturales. “Las abuelitas de un geriátrico intercambian historias con los chicos de la villa, ellos les responden y se genera un muy buen clima”, afirma.
Para “dejar la realidad por un rato”, José no se aleja de su faceta más artística y el domingo 28 de octubre presenta “Aventurario cuentero alrededor de los munditos”, un espectáculo de narración oral para toda la familia. “Es un repertorio folclórico, de relatos antiguos y anónimos de todo el mundo, dedicados a la aventura. Los personajes se transforman para recorrer el camino del héroe”, anticipa.
La función será a las 18 en la Biblioteca Popular Fray Mocho de Villa Ballester, en la esquina de Pueyrredón y Lacroze, y las reservas pueden realizarse llamando al 4738-3964.
“Soy un cuentero, soy un conector de mundos”, dice él. Es que, a veces, esos mundos están sólo a un muro de distancia. Y derribarlos, claro, no es ningún cuento.
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