Este particular grupo de teatro, al que bautizaron “RevolucionArte”, había estrenado la obra el 31 de marzo en el centro cultural de su unidad, pero ahora tuvieron la oportunidad de llevarla por primera vez a la UNSaM, de la que también son parte. Sucede que los tres son estudiantes de Sociología e integrantes de los talleres extracurriculares que esta casa de estudios brinda en la cárcel de San Martín, a través de la Secretaría de Extensión Universitaria.
Cristina Banegas no quiso perderse la función |
Después de realizar todo el trabajo por sí mismos y a pulmón, los tres reclusos pudieron contactarse con la actriz Cristina Banegas, que es docente de teatro de la universidad con Gabriela Saidón. Durante los últimos ensayos, ellas los terminaron de asistir para dar los retoques finales a la puesta en escena.
“Mi estudio, ‘El Excéntrico’, forma parte de un acuerdo con la UNSaM desde hace más de dos años, pero recién este año proyectamos el taller de teatro en la cárcel”, explica Banegas, que no quiso perderse la función. “Los compañeros se cortaron solos y se mandaron, y yo llegué al final para darles dos o tres ajustes de vieja rata de teatro, pero nada más. El trabajo les pertenece por completo y hasta construyeron cada uno de los objetos que se ven en el escenario”, aclara.
Al igual que todos los espectadores, la actriz también se sorprendió del profesionalismo de sus tres alumnos. “Son bárbaros, es una emoción enorme que hayan podido venir. Hago el taller porque me interesa a nivel cultural, social y político. Como experiencia, me parece extraordinaria”, destaca, al tiempo que adelanta que piensa seguir produciendo proyectos con el grupo “para que los presenten dentro del penal y a sus familiares”. “Van a hacer teatro como se debe, ya sea conmigo o sin mí”, se entusiasma.
Sueño de libertad
“El acompañamiento” trata temas que a los internos los tocan de cerca. De manera tragicómica, cuenta la historia de Tuco, un obrero que esta cerca de jubilarse y que, en un momento de crisis, enloquece y se aparta de su familia y su trabajo, encerrándose en su cuarto con la idea de retomar el sueño de sus años mozos: ser cantante de tango. Su mejor amigo, Sebastián, decide entonces visitarlo, con la esperanza de hacerlo volver a la realidad.
A José, Ángel y Waldemar les pasa algo similar a Tuco. Quizás el encierro les sirvió para seguir su verdadero sueño y lograr ser realmente libres. Quizás la verdadera prisión la sufrían estando afuera, cuando se enfrentaban a una realidad llena de errores que hoy quieren reparar. Sólo que, a diferencia de Tuco, ellos todavía están a tiempo de hacerlo.
El público ríe con cada ocurrencia de los personajes y hace completo silencio en sus momentos de reflexión, de tristeza, de nostalgia. A pesar de su poca experiencia, los actores saben crear el clima. Al terminar de recitar la última línea del texto, hacen ingresar al director a escena y los tres se abrazan, con los ojos llenos de lágrimas. Después, se unen al abrazo familiares y amigos. Parte de su sueño ya está cumplido.
“Es una mezcla de sentimientos. Hace 13 años que estoy privado de la libertad, y nunca había estudiado teatro ni nada, es todo nuevo para mí”, admite José, todavía conmovido. Él empezó a participar de obras en 2007, con otro profesor y en otra unidad, pero hace 5 meses lo cambiaron de penal. En el 48 conoció a sus compañeros, surgió la propuesta y armaron RevolucionArte. “Generamos todo nosotros y, después de presentar la obra, llegaron todas las personas que nos ayudaron”, recuerda.
José está convencido de que su iniciativa “es una forma de demostrarle a los demás internos lo que se puede hacer. En una cárcel, es muy difícil ver estas cosas, por vergüenza o por prejuicio. La única manera de expresarse es la violencia, porque, cuando no hay palabras, se acciona”, dice.
Por eso, el grupo se puso al frente de una campaña de alfabetización, en la que enseñan a leer, escribir y – sobre todo - a pensar a compañeros de otros pabellones. “Así se puede romper con el estereotipo carcelario. Si nosotros tenemos la posibilidad de hacer una carrera y ya manejamos un lenguaje académico, es importante dar un aporte a los que no tienen la misma suerte”, reflexiona Ángel, que encarna el papel de Sebastián en la obra.
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En cuanto a la motivación para continuar con el teatro, la respuesta es unánime: “Vamos a seguir, más ahora, con el apoyo que tenemos de Cristina Banegas y toda la gente que se cruzó en nuestro camino”.
Cultura para todos
Antes de la función, los presos fueron felicitados por el rector de la UNSaM, Carlos Ruta. “No siempre es posible reunir un público tan numeroso, y esto habla de la convocatoria de esta iniciativa. La educación es la gran experiencia de libertad, porque la única posibilidad de ser libre es pensar”, destacó.
Además, Ruta dio una noticia que sorprendió y alegró a todos. “Hace algunas horas, llamó Carlos Gorostiza, que se enteró del proyecto. Dijo que está muy emocionado y que estará presente en la próxima función que realicen”, anunció.
La presentación de “El acompañamiento” en la universidad se enmarcó dentro de las actividades que el Servicio Penitenciario Bonaerense organizó en el Conurbano para recibir el Bicentenario. Un día antes, en el club Virreyes de San Fernando, “Los Espartanos”, el equipo de rugby de la Unidad 48 de San Martín, jugó contra un combinado de ex jugadores del CASI y el SIC. “Tuvimos la hermosa sorpresa de ganarles por un tanto”, comentó Carlos Romero, jefe del Penal 21, que también estuvo entre el público de la obra teatral.
En tanto, en la Unidad 46 San Martín, darán conciertos los grupos Arbolito y Alma de Rock, mientras que, en la 21 de Campana, el equipo de fútbol del Colegio de Abogados de San Isidro jugará contra “Pioneros”, conformado por internos y agentes. Por último, Osvaldo Bayer recorrerá las cáceles de San Martín y dará charlas culturales.
“Las personas privadas de la libertad merecen una nueva oportunidad, que es dada por la educación, la cultura y el deporte. Eso les da la credibilidad para salir a la comunidad a mostrar su trabajo, que implica un enorme sacrificio y tiene un solo fin: insertarlos socialmente. Lo que hicieron estos tres internos es un verdadero orgullo”, opinó Romero.
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