El cierre de los festejos por el Bicentenario de la “Revolución de Mayo” comenzó a las 19 con un espectáculo único que vistió de luces e historia al principal escenario de la Revolución de Mayo: el Cabildo. Allí se vieron ilustraciones de los hechos más importantes de la historia de nuestro país. Desde las invasiones inglesas hasta el regreso de la democracia.
Quienes lo vivieron en primera fila fueron los Jefes de Estado sudamericano que disfrutaron de un momento inolvidable. A excepción del presidente de Colombia, Álvaro Uribe, y el de Perú, Alan García, el resto de los mandatarios de la región felicitaron a la presidente Cristina Fernández de Kirchner que estuvo acompañada por el canciller Jorge Taiana y por su marido, el diputado y ex presidente, Néstor Kirchner.
Tras la función, marcharon por la Av. de Mayo hacia el centro de la misma. Ante una sorprendente multitud que superaba claramente las 2 millones de personas, llegaron al palco oficial. Luego de una larga espera, la compañía Fuerza Bruta junto a unos 2 mil artistas, pusieron en marcha el tan esperado desfile del Bicentenario.
El mismo fue encabezado por una mujer que representaba a la República Argentina. Colgada de una grúa, saludaba con énfasis a todos los presentes y hasta se dio el lujo de desfilar por el aire sostenidad por una cuerda de seguridad. A ella la perseguía una interminable fila de camiones y autos a la espera de asombrar a los argentinos.
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Los primeros en caminar por la avenida fueron aquellos que representaron el éxodo jujeño encabezado en las primeras décadas del siglo XIX por Manuel Belgrano. El prócer nacional se llevó a todo el pueblo del norte al tiempo que arrasaba con todo a su paso para evitar que los españoles puedan sobrevivir en su intento por tomar las tierras.
A continuación, el inigualable y heroico cruce de Los Andes. Encabezado por José de San Martín, el ejército argentino marchó a través de las Altas cumbres limítrofes para atacar por sorpresa a los españoles y comenzar con la liberación del pueblo hermano: Chile. Sin cambiar de siglo, se representó la batalla de la Vuelta de Obligado que se produjo el 20 de noviembre de 1845 en el río Paraná. Allí la Confederación Argentina, liderada por Juan Manuel de Rosas, enfrentó al ejército anglofrancés.
Más tarde los detalles bélicos quedaron de lado. El sonido se adueñó del ambiente y el baile de los cuerpos del público que al ritmo del folklore aplaudía a los artistas. Además, pudieron darle un regalo a sus narices gracias al olor a asado que salía de la parrilla móvil de uno de los camiones. El hambre ya había tocado la puerta.
Ese hambre era el que tenían las grandes masas de inmigrantes que tocaron suelo argentino en épocas de crisis europeas. No fue un detalle menor para el desfile, ya que se montaron sobre un barco de 30 metros de largo. Desde lo alto saludaban a la gente al mejor estilo Leonardo Di Caprio en la película Titanic.
Una vez que los inmigrantes dejaban el hambre de lado, armaban las fiesta. En los épicos conventillos sacaban sus instrumentos para deleitar a todos con los tangos. Sobre taxis los bandoneones sonaron como nunca, al mismo tiempo que los vigilantes "controlaban" la situación. Pero luego no pudieron controlarla ya que aparecieron lo Movimientos políticos sociales que volvieron a desfilar por la Av. de Mayo a puro grito de reclamo. Un reclamo por trabajo, industria, esa misma que se destacó con el Diam Di Tella y sus heladeras que a fuerza de cinta transportadora y brazos nacionales le dieron un impulso al país.
Seguido a eso, el momento más duro y presente de los festejos: el recuerdo a la Justicia. Esa que tuvo puntos a favor y muchos en contra, como los que representaron actrices vestidas como las abuelas y madres de Plaza de Mayo cuando reclamaban frente a Casa de Gobierno la aparición con vida de sus hijos y nietos. La misma Justicia que piden los familiares de los caídos en la guerra por las Islas Malvinas. El momento más dramático del desfile. Un estallido se oyó y los soldados que marchaban cayeron sobre el asfalto y levantaron cruces en el frío suelo.
Drásticamente cambió el ambiente. Las murgas porteñas más conocidas le dieron con fuerza a sus redoblantes y bombos que hasta le permitieron a la presidenta ponerse un gorro murguero para bailar junto a las compañías.
La economía tampoco quiso faltar en la pasarela. Al ritmo del dolar, subieron y bajaron los financistas mientras billetes de todos colores llenaban las manos de los nenes que lo usarán para jugar la banquero. Luego se hizo un reconocimiento a todos los países por medio de globos que salieron desde una pequeños autos que a muchos les hizo recordar su infancia.
Dentro de un globo los alumnos aprendieron un poco de historia nacional junto a su maestra. Esa educación por la cual Sarmiento supo luchar en el Siglo XIX.
Por último y para que nadie se quede sin bailar, un grupo de DJ´s salieron a la pista con un tema de Soda Stereo, en un claro saludo a su cantante, Gustavo Cerati que sufrió un ACV hace una semana en Venezuela. Recordaron la joven historia del Rock argentino y le pusieron punto final a un desfile que en los próximos años sólo podrá ser superado por los 200 años de la declaración de la independencia Argentina.
25 de mayo de 2010
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