Preparador de caballos de polo los agarró a "fustazos"
Los jóvenes eran "casi esclavos" en una quinta de Pilar. El lado oscuro del hombre que le vende animales top a Cambiaso y Roviralta. "Les vaciaba botellas en la cabeza y empezaba a los tiros", dijeron a 24CON.
La denuncia contra Luis Guzmán quedó radicada el pasado 4 de diciembre en la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) Nº 2 de Pilar, del Departamento Judicial de San Isidro. A pesar de que su nombre no es reconocido públicamente, en el círculo más selecto del polo argentino saben muy bien quién es. Muchos hasta lo consideran como uno de los mejores preparadores de caballos del país.
Su fama no le vino sola. En la larga lista de clientes “top”, que compran sus distinguidos animales, figuran Huberto Roviralta, los hermanos Pieres, Sebastián Merlos y hasta “Adolfito” Cambiaso. El equipo campeón del polista más famoso, La Ellerstina, usó varios de estos especimenes para ganar el último torneo. Pero, detrás del éxito y la amistad con celebridades, dos de sus jóvenes empleados sacaron a la luz una situación de explotación laboral y cruel violencia.
“Son chicos de campo, sanos, no tienen maldad. Se quieren volver a sus casas, pero todavía no pueden, porque este tipo no les dejó nada de plata y no tienen ni para comer. Están parando en la casa de una mujer que se apiadó de ellos, a la que conocieron porque ella trabaja lavándole la ropa a la gente del campo de Guzmán”, explicó a 24CON un abogado que sigue el caso y que, por el momento, prefiere resguardar su identidad.
Los chicos a los que se refiere son Ariel Petrantonio, de 20 años – a nombre de quien figura la denuncia –, y un menor de 17 años. El primero, oriundo de Balcarce, trabajaba para el “petisero” – como se denomina al oficio en el ambiente – hacía sólo cinco meses, pero su compañero, de Ayacucho, llevaba dos años en su campo, es decir, comenzó a trabajar allí a los 15. Ambos se encargaban de darles de comer, mantener en buen estado, montar y domar “a unos 30 caballos por día, sin horarios, sin francos y como esclavos, por unos 2.400 pesos por mes en negro”, aseguró la fuente judicial.
A los golpes
La gota que rebalsó el vaso fue a principios de este mes, cuando Ariel y el menor descansaban tras una de sus interminables jornadas en “La Nobleza”, ubicada en el Country La Emilia de Pilar, sobre el kilómetro 6 de la Ruta 28. Según consta en el documento de la fiscalía, “a eso de las seis y media, Guzmán se presentó enojado porque todavía no estaban trabajando y, entre gritos y golpes, los agarró a fustazos en la espalda, los brazos y las piernas”, contó el abogado.
Los jóvenes alcanzaron a salir corriendo sin poder llevarse ninguna de sus pertenencias, mientras el hombre, fuera de sí, los perseguía y amenazaba al grito de “no los quiero ver más, váyanse de acá, los voy a encontrar en la calle y los voy a matar”.
Desde entonces, se refugian en la casa de la empleada de limpieza, a dos cuadras de la quinta, esperando poder retornar a sus hogares. Pero el patrón les manda mensajes a través de otros compañeros, que les dicen: “No aparezcan, que todavía los quiere fajar”.
Tras la brutal agresión, los empleados fueron atendidos por una médica en Luján, que “constató que el mayor tenía una costilla fisurada. También los vieron psicólogos, porque estaban destruidos. Ya están mucho mejor, pero se lamentan haberse quedado sin sueldo y con las manos vacías para las Fiestas”, comentó la fuente consultada.
Y agregó: “El papá del menor estaba enloquecido. Nunca le había pegado a su hijo. Trabaja como peón de campo, es una familia muy humilde”, mientras que “Ariel esperaba desde los 17 años para rabajar con Guzmán, porque la mamá no lo dejaba. Quería aprender bien el oficio de petisero para irse a trabajar al exterior. Ahora no quiere saber más nada”.
Historia repetida
Las víctimas cuentan que los maltratos y las pésimas condiciones laborales se repiten todos los días con los 17 cuidadores de caballos que Luis Guzmán emplea en negro. “Trae gente de las provincias, les da fideos todos los días y los hace dormir en catres. Tienen un solo baño para todos. Son como esclavos”, le aseguraron a la fuente.
También relataron que, para despertarlos a las mañanas, “les vacía una botella de agua en la cara” y que a veces, para que le hicieran caso “sacaba un revólver y empezaba a los tiros a los pies de los chicos”.
Incluso, en más de una ocasión, dicen haber visto a jóvenes, que habían trabajado tiempo atrás en el campo, volviendo años después, ya más crecidos, a desafiarlo. “¿Por qué no me pegás ahora?”, escucharon que le decían a Guzmán una vez. “Ellos pensaban que eran quilomberos que iban a molestar, no entendían nada. Ahora, como lo vivieron en carne propia, les cayó la ficha”, se lamenta el abogado.
El preparador de caballos “se maneja en un nivel social altísimo” y, según creen, vende “entre 70 y 80 caballos de polo por año”. En total, contaría con alrededor de 500. Además, sería dueño de dos laboratorios genéticos, en Luján y en Córdoba, que procesan el esperma y los embriones de los animales para comercializarlos en el exterior.
“Como hizo millones con los animales, cree que puede hacer lo que quiere. Le hacen denuncias y le mandan a la Policía, pero no le importa nada. Ahora se le mandó un telegrama laboral, pero el tipo no responde y se borró”, denuncia el hombre.
La denuncia completa
Fotos: Gentileza Agencia Ciudadana (Luján)
21 de diciembre de 2012