Finalmente, y luego de perseguir durante medio mes a los tres prófugos por el triple crimen de General Rodríguez: los hermanos Martín y Christian Lanatta y Víctor Schillaci, fugados de manera alarmante y políticamente sospechosa de la bonaerense cárcel de máxima seguridad ubicada en General Alvear, la policía de la provincia de Santa Fe detuvo a los dos prófugos que faltaban tras la captura de Martín Lanatta, quien fue entrevistado por el operador del Grupo Clarín, Jorge Lanata, con el objetivo de herir de muerte la campaña a gobernador de Aníbal Fernández, a quien quisieron relacionarlo con éstos criminales por el contrabando de efredina, y de quienes se sospecha que cobraron un millonario botín por allanarle el camino de las urnas –a partir de estas falsas denuncias que intentaron involucrar al ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández de Kirchner-, a la actual gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal.
Debido al amateurismo y la improvisación con la que el gobierno de Mauricio Macri suplanta en su gestión real de gobierno, a la lógica aséptica de los focus group, con la que tanto él como gran parte de su actual gabinete de gobierno se “formaron” políticamente; desde un principio, la búsqueda de estos tres criminales estuvo plagada de desprolijidades y torpezas, que terminaron en uno de los papelones más grandes de la historia policial argentina el sábado pasado, cuando con todo el gabinete nacional, incluido el propio presidente Macri –quien plácidamente descansaba en su quinta de la localidad de Malvinas Argentinas-, salieron a festejar la “recaptura” de éstos tres prófugos, cuando en realidad, los más de 600 gendarmes, prefectos y policías federales, que venían rastriyando los campos inundados de Santa Fe, con helicópteros, lanchas y decenas de móviles; tuvieron la suerte de que un bache en la ruta produjo el vuelco de la camioneta robada a un ingeniero agrónomo en la que iban los tres hombres más buscados del país, capturando en esa oportunidad sólo al interlocutor favorito del operador político/mediático Jorge Lanata, quien ahora reside en Miami.
El costo político de este descomunal papelón, que pone en vilo la credibilidad que un sector de la sociedad aún mantiene con el actual gobierno, a tan sólo un mes de su asunción, tiene dos claros responsables: la ministra de Seguridad nacional, Patricia Bullrich y su par de la provincia de Buenos Aires, Cristian Ritondo, quienes por torpeza, impericia, y/o desesperación ante el efecto mediático que hubiese tenido la captura de éstos tres peligrosos criminales a manos de las fuerzas federales de seguridad –bajo el mando de la ministra Bullrich-, y no su detención en cuotas, y producidas a lomo de caballo por la policía santafesina, dañaron la investidura presidencial.
En cualquier país admirado por los actuales gerentes del Estado nacional, aquellos mismos que durante la gestión de la expresdienta Cristina Fernández de Kirchner, eran definidos como países “serios” o “normales”, los responsables políticos de este desmanejo de las fuerzas federales de seguridad, ya hubiesen presentado sus renuncias por ineficaces en la gestión, y el presidente las hubiese aceptado, y en términos republicanos, aquí también debería suceder lo mismo.
Ahora, y luego de haber sido recapturados éstos tres prófugos con vida, es hora de conocer la verdad sobre su fuga y profundizar en la investigación de qué tipo de relación tienen éstos criminales con la Alianza Cambiemos, los sectores más conservadores del peronismo bonaerense que jugaron con el Frente Renovador de Sergio Massa en las últimas elecciones, y los operadores mediáticos del Grupo Clarín, garantes por ahora del blindaje mediático con el que sustentan la restauración liberal y antipopular, encabezada por Mauricio Macri y su gabinete de CEO´s empresariales.