San Fernando

Hizo un pacto con San La Muerte y entregó a su hija

"Soñé que me pegaba con un mazo grande, todo rodeado de dientes puntiagudos y al despertar tenía un tajo de diez centímetros", dijo la joven.

La aterradora historia fue relatada por Leila Rick, una chica de 23 años, oriunda de San Fernando. Cuando tenía siete años, a la pequeña le gustaba jugar con sus “chiches” dentro de su ropero viejo. Pero todo cambió cuando un día descubrió que no estaba sola, sino que “alguien” se metía en el mueble a jugar con ella. 

 

Leila continuó jugando con esa suerte de sombra, hasta que un día se cansó: “Recuerdo que empecé a ver en sueños a esta figura oscura y sin cuerpo pero no sabía que era San La Muerte. Solo veía su capucha, una capa negra que lo envolvía y una calavera en vez de rostro. Lo que más me impresionó fueron sus dientes puntiagudos, como los de un perro”, contó la joven al diario “Crónica”.

“Una noche me cansé de jugar con este ser, pero se enojó. Soñé que me pegaba con un mazo grande, todo rodeado de dientes puntiagudos, y al despertar tenía un tajo de diez centímetros en el brazo, del que todavía me queda la cicatriz”, relató Leila.

Sin embargo, un día esa horrible sombra desapareció y la niña logró seguir con su infancia normalmente. Los años pasaron y Leila no recordaba aquel espectro, pero en el 2009 algo volvió a su mente y le preguntó a su madre: “hay algo en la casa ¿no?”, “Sí, seguí durmiendo”, fue la respuesta que obtuvo.

“Fue un momento terrible comenzar a recordar todo lo que había pasado en mi infancia. Hablé con mamá y me dijo algo que me marcó para siempre. Según averiguó, mi papá nos había entregado a San La Muerte. El tenía cáncer desde hacía tiempo y fue a un grupo umbanda para salvarse, a cambio del alma de toda su familia”, contó Leila a “Crónica”.

Cuando la joven pensaba que la vida de su familia estaba destinada al infierno, algo cambió su destino para siempre: “Cuando alguien te entrega, como hicieron conmigo, la entidad que recibió la ofrenda puede llevarse tu alma cuando quiera. Solo tiene que esperar mi muerte para llevarme al mismísimo infierno. Pero hay una manera de revertir el proceso y mi novio -que es médium- se ocupó de lograrlo: hacer un nuevo contrato que cancele el anterior. Este acuerdo renovado se hace con una entidad superior a la otra. Por decirlo de alguna manera, un espíritu le baja línea al otro. Obvio que mi pareja nunca me dijo qué fue lo que dio a cambio”, expresó la mujer.

A pesar del nuevo pacto, Leila jamás perdonó a su padre, incluso confesó que “le salió mal, porque se curó del cáncer pero al poco tiempo murió de un paro cardíaco. Una médium me dijo que se contactó con él y le transmitió que buscaba el perdón. Por eso debe ser que aún siento su presencia en mi casa. Indudablemente, no está descansando en paz”.

 

13 de noviembre de 2011

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