Es que súbitamente los principales dirigentes de cada uno de los distritos desempolvaron los viejos padrones de afiliados para participar de lo que más le gusta y apasiona a los radicales, las internas.
Sin embargo, a medida que avanzaban los días y se aproximaba la fecha electoral la mayoría de las listas que pretendían armarse no reunían las condiciones establecidas por la Junta Electoral Provincial manejada por Leopoldo Moreau y Federico Storani, que pretendían resguardar para sí la mayoría de las conducciones juveniles.
Esta situación provocó la reacción de otros grupos partidarios con fuerte influencia en el Comité Provincia, conducido por Daniel Salvador, uno de los que pretendía que la interna sea lo más amplia posible. Junto con él se alineaba Ricardo Alfonsín, hoy con mucho peso en las decisiones partidarias.
Como la situación comenzaba a desmadrarse, y las impugnaciones cruzadas por falta de personas menores de treinta años de edad en condiciones de presentarse eran notorias, algunos optaron por colocar a sus hijos o sobrinos, pero tampoco esto alcanzó, con lo cual las elecciones debieron ser suspendidas.