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Travesía en carne propia: argentino cuenta cómo unió África y Europa a nado

Tiene 50 años, es de Tigre y tardó 6 horas en cruzar el Estrecho de Gibraltar. "Que el clima me haya acompañado es algo que sólo puedo explicar con la fe", dijo a 24CON.

Por Leticia Leibelt

Agustín Barletti junto a su entrenador, Pablo Testa, y el Peñón de Gibraltar de fondo.

 

 

Mientras el 23 de octubre todos los argentinos amanecían pensando en ir a votar y esperar los resultados de las elecciones nacionales, Agustín Barletti tenía otro objetivo muy distinto en mente. Días atrás, había dejado su casa de Nordelta, donde vive con su mujer y sus cinco hijos, para llegar a la ciudad española de Tarifa, desde donde logró una hazaña digna de un deportista profesional: cruzó a nado el Estrecho de Gibraltar, uniendo Europa y África con la Bandera Argentina como estandarte.


Pero, con sus 50 años, Agustín no es un atleta de alta competición ni mucho menos. Desde chico siempre le gustó andar en el mar, pero nunca participó en ningún torneo y, de hecho, antes de embarcarse en este desafío llevaba más de 20 años sin nadar. Por eso, tuvo que contactarse con Pablo Testa, uno de los mejores entrenadores de aguas abiertas en nuestro país, para ponerse en forma. 


La Asociación de Cruce a Nado del Estrecho de Gibraltar (ACNEG) es la que lleva desde 1929 los registros oficiales de las personas que voluntariamente realizan la travesía, de unos 20 kilómetros. Barletti fue el último que pudo hacerlo este año – las inscripciones se cerraron hasta 2012 – y estima que, aparte de él, sólo hay otros 5 o 6 compatriotas que lo lograron en toda la historia. “No recordaban muchos casos como el mío, porque la mayoría de los nadadores que se lanzan a hacerlo son europeos o norteamericanos profesionales”, explicó en diálogo con 24CON.  


El vecino de Tigre, que además es periodista del diario El Cronista Comercial, estaba listo para lanzarse al Estrecho el 17 de octubre, pero el tiempo no lo acompañó. “Tuve un primer intento el 19, largué y hubo vientos fuertísimos con olas de tres metros de alto. Entonces la ACNEG avisó que no podía continuar”, contó, dejando en claro el complicado estado climático de la zona: “Como ahí se juntan el Mar Mediterráneo con el Océano Atlántico, hay dos sistemas acuáticos diferentes y se hace un microclima muy raro”.


Finalmente, el domingo 23 todo se tranquilizó y “se dio una ventana de buen tiempo”. Agustín largó a las 8:30 de la mañana con su traje de neoprene, que lo protegía de las bajas temperaturas del agua, y en 6 horas con 7 minutos pudo unir la costa de la playa de Tarifa – el punto más austral del continente europeo – con la de Punta Cires, en Marruecos. De acuerdo a sus cálculos, le costó unas 23 mil brazadas.


“Fue una experiencia muy difícil de describir. Hay que vivirla para entenderla. Durante la travesía, nadé con 50 delfines, entre los que había un bebé que jugaba conmigo. También me topé con una tortuga marina y con un banco de atunes, que formaban una masa plateada que me encandilaba cuando le pegaba el sol”, relató, emocionado, y confesó que “mi mamá todavía esta llorando por una carta que le escribí, diciéndole que en medio de esa paz me sentía en el seno materno”.


Sin embargo, la última parte del recorrido fue la más difícil, porque “tuve una fuerte corriente en contra y tardé dos horas para hacer los 1.500 metros que faltaban. Todavía no me puedo explicar racionalmente cómo se pudieron aplacar las aguas. Durante esas seis horas que nadé, me seguía un agujero celeste en el cielo y, a los cinco minutos de terminar, se largó lluvia torrencial. Son cosas que sólo se pueden explicar con la fe”, señaló. 


Mientras concretaba su hazaña, el entrenador Testa lo seguía de cerca en un gomón, desde donde lo grababa y le comunicaba por celular a su familia cada nuevo tramo que iba atravesando. Su esposa, Lucila, creó un grupo abierto en Facebook – “Aguante Agus cruzando a nado el Estrecho de Gibraltar” – al que se sumaron más de un centenar de personas que seguían minuto a minuto al nadador y le enviaban mensajes de aliento.


“Extrañaba mucho a todos los que estaban en casa. Pablo le hablaba a mi mujer, le decía dónde estaba, y ella lo trasmitía casi en tiempo real en la red social”, reveló. Al día siguiente de la travesía, cuando volvió a Tigre, Barletti escribió un mensaje de agradecimiento por el mismo medio. 

 

Entrenamiento de campeón


La preparación previa para lograr el estado físico adecuado le llevó a Agustín ni más ni menos que 19 meses, en los que nadó un total de 2.300 kilómetros. Lo hizo principalmente en la sede Jorge Newbery del club GEBA, pero también a través de algunas pruebas en las aguas abiertas del Río de la Plata. “Entrenaba de lunes a viernes solo, y los sábados me juntaba con Testa para hacer la prueba aeróbica y ver cómo iba todo”, recordó.


Más allá de cumplir con su trabajo y sus obligaciones familiares, el hombre siempre se encontraba momentos para cumplir su rutina  diaria de nado. “Iba temprano a la mañana, después de dejar a los chicos al colegio, o a la tarde al salir de la redacción”, contó, y finalizó: “Mi mensaje es que cualquier persona, si se pone una meta, tiene constancia y es responsable, puede lograr lo que se propone”.

 

 

 

2 de noviembre de 2011

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