Ishii cree que no debe rendir cuentas por su fortuna

En los diez años que lleva al frente de la intendencia de José C. Paz, José Ishii, hoy uno de los principales operadores del kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires, jamás ha dado a publicidad sus declaraciones juradas de bienes.

El hecho no sería cuestionable ni digno de mención si no fuera porque en los últimos tiempos han aumentado las fundadas sospechas sobre un fuerte incremento patrimonial de este intendente que desde 1999 gobierna una de las comunas más pobres del territorio bonaerense.

Ishii, quien reconoció ante la prensa que es propietario de un frigorífico y dos empresas agropecuarias, se habría convertido en un próspero empresario ganadero. El intendente agregó que posee el frigorífico y las dos firmas desde 1983 gracias al trabajo que desarrollaba entonces como mayorista de flores en el Mercado Central. En lo que hace a su actual patrimonio, respondió a la prensa que "es algo privado".

El intendente pretende ignorar que nunca debiera ser privado el patrimonio de un funcionario público, quien está obligado a rendir cuentas de la evolución de sus bienes.

En la provincia de Corrientes Ishii arrienda tres campos de varios miles de hectáreas de superficie. Por uno solo de esos predios estaría abonando, según Clarín , 60.000 pesos por mes, cuando su sueldo de intendente llegaría a los 30.000 pesos.

En Santiago del Estero Ishii fue acusado ante la Justicia de haber desmontado cuatro mil hectáreas de tierras fiscales con el propósito de criar ganado y sembrar soja. "Tengo un pedacito de monte de Santiago, ¿y qué?", fue su respuesta ante una pregunta del periodismo.

Mientras tanto una investigación de Telenoche mostró graves irregularidades en el reparto de 7000 viviendas sociales en su comuna.

En la campaña de las elecciones legislativas del año pasado, Ishii comandó la logística de la campaña kirchnerista en Catamarca, bien provisto de recursos que repartió de la manera que mejor sabe: clientelarmente.

Después del traspié de Néstor Kirchner en la provincia de Buenos Aires, pidió licencia para salir a buscar, según dijo, a los intendentes peronistas traidores que habían contribuido a la derrota del ex presidente. Reasumió su cargo hace pocas semanas.

El conurbano bonaerense arrastra desde hace décadas serios y complejos problemas que el paso del tiempo ha ido agravando. Entre ellos, el de la pobreza, la corrupción y el clientelismo político, pilares sobre los que varios intendentes peronistas han constituido verdaderos feudos y los han mantenido mediante reelecciones que los eternizan en sus cargos, en buena medida porque reciben beneficios federales y provinciales a cambio de servicios electorales.

En ese panorama, la existencia de intendentes que súbitamente se han vuelto ricos al frente de comunas pobres resulta escandaloso e inadmisible en pleno siglo XXI.

Como pocos, el caso de Ishii es un ejemplo paradigmático de la necesidad de arrancar a grandes zonas del conurbano de una realidad más propia del siglo XIX que del actual, para lo cual sería preciso una profunda reforma que incluyera, entre otras innovaciones, una mejor representación en las cámaras legislativas nacionales y provinciales de esas comunas que a menudo, en materia de población y presupuesto, constituyen verdaderas provincias, pero aún se manejan como cotos de caza de sus inescrupulosos jefes comunales.

Fuente: Editorial del diario La Nación
10 de agosto de 2010
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