Según pudo averiguar 24CON, el jueves por lo noche los "fanáticos" decidieron juntarse a comer un asado en la propia sede. Allí, entre ensalada, tiras de asado y copas de vino, la velada se hizo añicos. Eran alrededor de cincuenta hombres, tras el postre apenas quedaron los jóvenes. La madrugada los encontró en el club y sin ganas de volver a casa. Entonces, como para ellos Morón es un segundo hogar, se quedaron allí. Los abrigos acurrucados oficiaron de almohadas, buenas noches y a dormir. Siquiera les hizo falta contar ovejitas en el corral.
No siempre todo es fiesta en la tribuna de Deportivo Morón. |
Pasadas varias horas, los codazos reemplazaron a los despertadores. "Dale, vamos. Arriba que llegaron los muchachos", podía escucharse. De a poco, el boca a boca se acalló porque ya no resultaba necesario. Todos bostezaban.
Al unísono, a pocos metros de allí, el plantel de la primera división comenzaba su entrenamiento. Tras la última derrota, 0-1 ante Acasuso, y quedar a 12 puntos del líder –Sportivo Italiano- con chances casi nulas de ascender a la B Nacional, los ánimos en el club del oeste se caldearon. Pocos entienden cómo una entidad con la mitad del presupuesto puede imponer el ritmo en el certamen y con una notable distancia -12 puntos- sobre sus inmediatos perseguidores, y a falta de cuatro fechas para el final.
Cuestiones del fútbol. Lejos de ser casos de excepción, en la cancha los nombres no juegan, pero los hinchas no tienen la menor intención de entenderlo. Entonces, decidieron juntarse con el plantel para hacerle extensivo su enojo. Fastidiosos como estaban, claro, la charla no se dio en los mejores términos. Hubo golpes de puño y amenazas de muerte en caso de quedar fuera del reducido -el ganador tiene derecho a jugar la promoción por el otro ascenso al Nacional-. Este grupo de adolescentes que no tiene contacto directo con la dirigencia estuvo encerrado con los futbolistas por alrededor de quince minutos.
Entre armas blancas y amenazas decretaron que éste debe ser el punto final de las "nefastas" campañas de los últimos años. Dijeron, justo ellos, que “la situación no da para más”. Los jugadores lejos de contestar a los agravios, se limitaron a escuchar atentamente y proteger su integridad física.
Al cabo del monólogo de los barras, cuando los jugadores volvieron a estar a solas en el plantel, el entrenador Vicente Stagliano hizo su aparición. A él, Pablo Casado, Leonardo Grifo y otros varios le comentaron la decisión tomada: se van del Gallito.
Evidentemente, como suele suceder en el fútbol argentino cada vez que los hinchas entienden a su equipo como serio candidato a campeón -aunque a la postre triunfe uno solo- y después los resultados deportivos no son los mejores, la barra "aprieta"; ninguna categoría puede marcarse como la excepción a la regla del “folklore del fútbol”.