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Fabbiani, único e irrepetible

Distinto de aquel pero casi igual. El Ogro Fabbiani ya no declara lo políticamente incorrecto, emprolijó su cabellera y se alejó de la noche, pero aún hace cosas únicas.
Sabado, 18 de abril de 2009 a las 11:46
Por Germán Campisi

Cuando finalmente arribó al Millonario, Cristian Fabbiani "compró" a propios y extraños con salidas impensadas, sonrisas pícaras, lujos sobre el verde césped y victorias, dato crucial. Después de haberse frustrado la casi segura incorporación a Independiente a fines de 2009 luego de la reunión que  mantuvo con Julio Comparada (el máximo pope de los rojos de Avellaneda le pidió que sea tapa de Olé y no de revistas como Paparazzi), el Ogro plantó a Vélez en la puerta del hospital donde debía efectuar la revisión médica de rutina previa a fichar para una institución y se decidió a vestir los colores de River o no jugar el tiempo que fuere necesario. A los hincas de la banda les sacó una sonrisa, a los dirigentes también, más allá del peso que depositó sobre sus hombros.

Así nació el amor, el nuevo amor, entre el delantero y la modelo.


Apareció en cuanto programa le permitieron hacer uso y abuso de la palabra. Chicaneó a Poroto Cubero y exigió a José María Aguilar y compañía que lo contrataran. Hincha confeso del club de Núñez, buscaba dejar el rosarino Newell’s para volver a vivir en Buenos Aires, cerca de Uma, su hija; principalmente. Lo logró. Arregló números y fue presentado, excedido de peso. A nadie le importó. Le dijeron Gordo, se rió y comió un nuevo plato de ravioles para luego brindar con champagne en Esperanto. Carismático y comprador por naturaleza, no sólo con las mujeres, esos quedaron como detalles al margen. Los fines de semana jugaba veinte minutos, suficientes para cambiarle la cara al peor River de la historia, y se retiraba ganador. Todo volvía a comenzar. Como cuando jugaba en Lanús, pero un poco más reconocido.


A los pocos días, Pipo Gorosito (autor de la frase: “Fabbiani es ídolo de este club (por River) sin haberse puesto la camiseta”) solicitó públicamente que bajara su perfil y dejara –mas no sea un poco- de lado la noche y los abusos para ponerse en forma. Lo obligó a viajar a Tandil para sacarse de encima algunos kilos de los 108 que trajo consigo y, de yapa, alejarlo de Esperanto, las mujeres, las burbujas, y las mieles que la fama conlleva.

Al regreso de esa mini pretemporada, volvió a declarar en forma políticamente incorrecta. Encima, en el partido ante Nacional de Uruguay no rindió como se esperaba y su equipo quedó al borde del abismo en la Copo Libertadores de América. Se lo vio cansado, dolorido, y desconcentrado. Era otro, no irradiaba esa alegría contagiosa que lo ubicó en lo más alto de los cielos apenas siete días atrás.

Su vida era otra. Hizo un clic tras su participación en "Ver", el ciclo de entrevistas que  Victoria Vanucci conduce por C5N. Durante el programa se mostró sensible, sincero y cariñoso. Seductor, quizás. Y sedujo. Comenzó a “conocerse” con la beautty de Leandro Rud Models y, para evitar futuros inconvenientes mediáticos, apenas la noticia comenzó a divulgarse por el ambiente se comunicó con su ex, Amalia Granata, para solicitarle que no hablara de la incipiente relación en los medios. Tanta exposición de su vida privada a los dirigentes de River Plate comenzaba a molestarles.


La blonda, madre de la hija del delantero Millonario, comprendió el mensaje. Evitó los escándalos. El último recuerdo de la ex de Robbie Williams en un escrache contra Fabbiani fue la portada de la revista de chimentos que la publicó en la portada, semi desnuda, con el número de cuenta corriente en donde el futbolista debía depositar la cuota alimentaria de Uma. Evidentemente, el Ogro saldó sus deudas. Ahora son amigos. O, en palabras de un tal Joaquín Sabina, enemigos, pero íntimos.

Amalia, Uma y Cristian; la familia por sobre todas las cosas.

Esa buena relación permitió que, el pasado jueves, la ex pareja saliera de paseo al shopping Paseo

Alcorta, ubicado en una de las zonas más tops de la Capital Federal. Como buenos padre y madre que son, le compraron un equipo deportivo a su beba de casi un año de vida. Rápido, incluso quizás más ágil que sobre el verde césped pero siempre con esa desfachatez tan característica, Cristian Fabbiani aprovechó el ingreso al local de ropa para ¿comprarle? un regalito a Vicky Vanucci.

En las dos bolsas que cargaba en su mano derecha al salir, el Ogro llevaba el pantalón y la camperita de la nena, junto con una raqueta de última generación para su actual novia, ex tenista. Lo que se dice un caballero, pregúntenle a Granata.

 

 

18 de abril de 2009.