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Pintó una mano que sale de la pared y atrapa a los curiosos

David Ojeda es pintor y realiza una obra anamórfica en Morón. En la misma cuadra hizo un mural de más de cuatro metros de alto que homenajea a Pappo, Luca Prodan y Spinetta.
Miércoles, 23 de octubre de 2013 a las 12:28
“Es increíble. Yo pasé con el auto y frené. Flashee con la mano y tenía que ver cómo  lo estaba haciendo”, explicó un vecino, desconocido para el pintor, pero que por unos minutos lo acompañó en su trabajo. La rareza de la pintura llama a los curiosos.

David Ojeda es pintor, se dedica a los retratos y caricaturas. Pocas veces se dedicó a hacer murales, pero en esas ocasiones dejó su huella. Las imágenes de Norberto Pappo Napolitano, Luca Prodan y Luis Alberto Spinetta miran desde un paredón hacia la plaza El Ombú, de Morón Sur.

Soy pintor, y artista. Pero artista es una palabra muy grande”, se presenta Ojeda, con un pincel en la mano y un dibujo que representa el modelo de su futura obra. Se trata de una pintura anamórfica en la que al pintura no sigue un patrón en dos dimensiones, sino que necesita de la perspectiva para completarse. Un círculo pintado en el asfalto marca desde dónde hay que mirar su pintura. Bien posicionado, el público podrá ver una mano saliendo de la pared, e incluso se podrá fotografiar bajo el puño.

Primero practiqué en papel. Elegí esta esquina y vine a sacarle fotos. Ponía mi mano y sacaba fotos, después lo edité y me quedó el modelo. A los tres días empecé a pintar”, explicó a 24CON.

La pasión por la pintura lo acompaña desde la infancia. Reconoce que es autodidacta y que nunca estudió. Tampoco le interesa, no quiere “encasillarse en bellas artes”. La pintura se transformó en su medio de vida hace cuatro años, cuando comenzó a hacer retratos en vivo durante recitales. “Llevé el caballete y hice un retrato de Pappo en lápiz, mientras tocaban los Chevy Rockets, en un boliche que está acá cerca, donde tocan bandas. Vendí números y rifé el dibujo”. Compartió escenario con La Misisipi, con Claudia Puyó, con bandas locales como Sucias Aguas y Locura en Hebras, entre otras.

A la par surgió el homenaje al rock en tamaño gigante. “Cuando le taparon el mural de Pappo en La Paternal, el que había hecho Amaro, me propuse hacerle uno yo. Busqué la pared, hice un pre diseño y lo publiqué. A la gente le gustó mucho, me mandaron pinturas hasta de Córdoba. El día de la inauguración se hizo una reunión con músicos, motos, una zapada. Estuvo buenísimo”. A Papó lo siguieron Luca y el Flaco, “son mis referentes, los agregué como acompañando a Pappo. También merecían su homenaje y al final quedó como el mural homenaje al rock, recibí las felicitaciones del hijo de Spinetta, al hermana de Pappo, el hermano de Luca. A partir de ahí me empezaron a pedir murales”.

David vive a apenas 100 metros de los murales. Incluso, participó de la creación del mural que adorna la plaza del barrio. No siempre sus obras cuentan con los permisos necesarios, pero hasta el momento nadie le negó la libertad de hacer su arte en paredes que antes no decían nada. Tampoco cuenta con apoyo oficial, aunque afirma que prefiere ser independiente, pero “el municipio podría ayudarme con pintura, es lo único que necesito. Por la gente que viene a sacarse fotos con los murales”.

Sólo ayudado por una vara que le sirve como parámetro mientras mira e imagina la perspectiva de la mano, pinta cada tarde en la intersección de la calle Angora y el pasaje Ombú. Su mano surge de la pared de una distribuidora de bebidas, y a medida que el curioso se mueve alrededor de la pintura, la mano pareciera salir desde una  imaginaria puerta.

La técnica se llama anamorfosis, se puso de moda hace un tiempo. Ahora es común lo del dibujo en un papel, doblado que logra una imagen en tres dimensiones. Lo más nuevo que vi son esos dibujos pero con una pared y el piso. Esto, en una ochava, creo que no lo vi nunca, por eso las ganas de hacerlo.  La idea es los planos que tengas es obviarlos, seguir con el dibujo desde lejos, meter las formas, es complicado pintarlo, pero cuando ya tenes todo medido, sale”, resumió.

Bajo el sol de la tarde, y con apenas cinco latas de pintura, David le sigue dando forma a la mano. La escena se completa con un piso de dameros blancos y negros, y un gato asustado de la mano del gigante.


A pesar de que sus murales son conocidos, él sigue trabajando sin casi ser reconocido. “Los vecinos suelen pasar. La gente baja del auto, charla conmigo. Pero no soy una celebridad, en el barrio no conozco a nadie”, finalizó el artista.

David Ojeda sigue pintando, si consigue la pintura necesaria podría terminarlo en una semana, pero considera que demorará un poco más. La mano de a poco sale de la pared para agarrar el barrio.

 

 

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23 de octubre de 2013