Comenzó así a crearse un monstruo que ganó protagonismo y crueldad con los años. Más tarde, pasaron de la tribuna a los pasillos del club. Su conocida pero no revelada relación con los funcionarios, les permite moverse dentro de las instituciones con soltura.
Desde el paravalancha, las barras bravas se transformaron, por su fuerza y capacidad de mover gran número de gente, en la fuerza de choque de muchos dirigentes en problemas.
Crecieron, se expandieron y se convirtieron en indispensables para todos los clubes. Seguidores de los equipos tanto por afición como por conveniencia, la mayoría tienen trabajos como pantallas para disimular lo mucho que ganan en la reventa de entradas y en lo que reciben por su profesión de "barras". Basta con acercarse a alguna cancha para ver los autos en los que arriban los violentos y cómo pasan los controles policiales sin problemas (sin ser revisados en muchas oportunidades).
Proliferaron, acrecentaron su caudal y no son elitistas. Las barras aparecen en los clubes grandes y en los chicos, en Capital y, por su puesto, en el Conurbano. En el Gran Buenos Aires existen infinidad de equipos que militan en el ascenso. Justamente las categorías menores se ven imposibilitadas de recibir hinchas visitantes, por una medida que se tomó luego de que, en junio de 2007, la final de la B Metropolitana deba ser suspendida por incidentes dentro de la hinchada misma de Almirante Brown.
La de la Fragata es una de las primeras versiones que se conocieron como internas dentro de una hinchada. "Es mucho dinero el que hay en juego, es por eso que se pelean", le dijo a 24CON un experto en seguridad deportiva. Está claro, ya no es negocio luchar por la camiseta y además no deja rédito. El quiste del fútbol no mata rivales (o no mata sólo rivales), ahora también se encargan de asesinarse aunque lleven los mismos colores. El último caso, pendiente de resolución aún, es el de Gonzalo Acro, barra de River.
Como una mosca molesta que sobrevuela en el almuerzo, no se van. No se van a ir, hay que sacarlos. El problema es que muchos los prefieren ahí y otros, están demasiado relacionados como para hablar.