El Doctor Jorge Fernández, coordinador del Centro, explica en qué consiste este trabajo mancomunado entre el sistema educativo y el penitenciario.
¿Qué importancia le adjudica a los diferentes Centros que se dedican a educar en contexto de encierro?
Pienso que hemos alcanzado a comprender, claro está que no todos y aún no de una manera medianamente suficiente, la importancia que tiene el hecho de que la sociedad les ofrezca educación a aquellas personas que, por diversos motivos, se encuentran privadas de libertad. Esto es mantener una puerta abierta allí donde domina el encierro. Esa importancia la podemos entender en varios sentidos o direcciones. La primera y principal es, naturalmente, la oportunidad que se le brinda a una persona de desarrollar su vida, por más que esta persona haya cometido uno o más delitos de cierta gravedad. El segundo aspecto radica en el bien que esta educación revierte sobre la misma sociedad. Tenemos que comprender que muchas de las personas que se encuentran privadas de libertad encuentran en esta situación su primera, y quizás única, oportunidad de educarse de manera sistemática. El tercer aspecto es el bien que estas prácticas le pueden hacer a la educación misma. La educación en general, que se encuentra a menudo sin respuestas, especialmente ante las demandas de adolescentes y jóvenes, reencuentra a menudo, en sus prácticas de educación en contextos de encierro, su propia esencia. Alguien dijo, hace unas décadas, que “los pueblos, como el mar, tarde o temprano, devuelven lo que se les arroja”. La educación es la encargada de enseñarnos a aprender a recibir todo aquello que se hace en nombre de la humanidad o de la civilización.
¿Por qué la creación del Centro Universitario San Martín (CUSAM)?
Todos estos planteos nos llevan a tener que animarnos a mirar del otro lado del muro y diseñar una mirada educadora, esto quiere decir, no intrusiva y comprometida con el proceso formación que cada persona inicie. Pero hay que saber que sólo podemos empezar en parte a realizarlo, cuando nos animamos a entrar, a traspasar el número de vallas y puertas que separan nuestra libertad de la de ellos.
En la UNSAM nos hemos animado a dar este paso. El 7 de noviembre de 2008 se firmó un convenio con el Servicio Penitenciario de la Provincia de Buenos Aires, en él se le cede a nuestra Universidad las instalaciones situadas en uno de los predios de la Unidad 48 correspondiente a la Penitenciaria de San Martín.
El resultado es la apertura del CUSAM. Gracias la voluntad de Claudio Molina, Director de la Penitenciaría y a la decisión de Carlos Ruta, Rector de la UNSAM.
¿Cómo se fue gestando este Centro Universitario?
Como sabemos, las puertas se abren desde adentro y hacia adentro. El hecho de que el CUSAM exista se debe principalmente a la lucha por “romper las barreras de la inercia” que han emprendido un grupo de privados de la libertad.
¿Qué actividades están llevando a cabo?
Las primeras actividades que se desarrollaron en el Centro son los talleres y cursos impulsados por la Secretaría de Extensión de la UNSAM. A ellos, desde fines de abril, se les ha sumado la primera carrera universitaria. A cargo del IDAES (Instituto de Altos Estudios Sociales) comenzó, a fines de abril, el dictado de la carrera de Sociología a la que concurren, y este es un dato destacable, un grupo de estudiantes compuesto tanto por privados de libertad como por personal de la Penitenciaría.
¿Qué tienen proyectado hacer?
Por un lado hay que continuar haciendo crecer la biblioteca y mejorar las salas de lectura y de computación. Por otro lado tenemos que consolidar la carrera de sociología y animarnos a abrir alguna tecnicatura con salida laboral orientada. Para ello nos parece oportuno en esta etapa, invitar a las Escuelas e Institutos de nuestra Universidad a conocer el Centro y a sumarse con sus propuestas.
De todos modos la tarea principal sigue siendo la misma, conformar una comunidad. Con entusiasmo y humildad, ya que tenemos que aprender, todos mucho cada día, queremos ir dándole forma, en un contexto de encierro, a una comunidad universitaria abierta a la totalidad de sus prácticas, sus obligaciones y derechos.
El educando tras las rejas
Se abre la puerta del salón y los docentes de la Universidad de San Martín comienzan con sus clases. Los estudiantes, unos cuarenta, que se reparten entre presos y guardias de la penitenciaría, escuchan atentamente.
Gustavo Manuel Segovia, uno de los reclusos, o “privado de la libertad”, como prefiere ser llamado, y presidente del Centro Cultural Azucena Villaflor y cogestor del CUSAM, considera que por lo general “las cárceles devuelven a la sociedad una imagen tal que muchos prefieren no verla”.
Además, recalcó que “en estos lugares donde se siembra mucha injusticia y rencor, nosotros, haciendo experiencia de los años de encierro, nos propusimos conformar una comunidad dispuesta a crecer mediante la no violencia, la responsabilidad y el diálogo”.
Segovia explicó por qué se encaramó en el proyecto: “dispuesto a enfrentar a todo lo que conspire en su contra, cuando uno se propone realizar algo en la vida lo hace con la convicción y la esperanza de lograrlo, por más que uno cobije la certeza de que en la vida muchos se confabulan contra nuestro proyecto. Con esta actitud fuimos dándole inicio a la concreción de un ideal que tiene como objetivo principal la educación en contexto de encierro.”