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"Por una mala decisión, murieron cuatro personas"

Habla el padre de Gisela, una de las jóvenes muertas en el accidente de Bell Ville.
Martes, 06 de abril de 2010 a las 20:48
Por M. Ochoa y L. Fernández Vivas
El dolor es lo único que reflejan sus ojos pero no le impide contar lo que tiene atravesado en la garganta. Su hija viajaba el jueves en el Peugeot 206 que protagonizó el terrible accidente en Bell Ville, Córdoba, donde murieron cuatro personas. Para él, nada de lo que ocurrió fue un accidente.

A las 2 de la mañana del jueves 1 de abril el Peugeot embistió a un micro doble piso de la empresa Urquiza. El micro volcó cayendo sobre el auto. Allí murieron Pablo Bamba, Estefanía Coronel, Gisela García dentro del Peugeot, y el chofer del ómnibus. Quien manejaba el auto, Jeremías Blanco, y quien se sentaba detrás de él, Hernán Suarez, se salvaron por muy poco.

Rodolfo García, luego de leer en 24CON las declaraciones de uno de los sobrevivientes (Ver:Viajaba en el auto que chocó y cuenta cómo murieron sus amigos ) quiso contar lo que él considera no es un accidente, sino el resultado de una mala decisión. “No sé que habrá pasado en el accidente o que dejó de pasar, pero uno decide cuando maneja. Y la decisión que toman hace que vivan o no. Un accidente es si reventás una goma y te vas abajo del camión, no porque sobrepasas a un auto y a un micro mordiendo la banquina y chocas”, explicó el dolorido padre basado en lo que le informó la Policía de Córdoba, según el relato de testigos.

“Yo creo en los que son imparciales, el camionero que vio todo, la chica del parador que dijo que tomaron una cerveza a mitad de viaje, y la chica del micro que vio como el Peugeot hizo la mala maniobra pasando al auto gris y al ómnibus por la banquina. No puedo creer ni en mi familia porque son parciales, pero si en los que son imparciales, no tienen nada que ganar y yo necesito saber que pasó para que me cierre la muerte de mi hija”. “Mi intención es que todos los Pablo Bamba, todos los Gisela García y todos los Jeremías tomen conciencia: se están matando. Esta fue una mala decisión, son decisiones de vida, no fue un accidente. Mató a cuatro personas, … llevaste 5 personas en un auto chico. Vos sos responsable porque es tu auto. Tiene sólo 4 cinturones de seguridad el 206, si él tomó la decisión de cargar el auto con cinco personas y bolsos, tomar alcohol en un parador y pasar a un auto y un micro por la banquina, no me digan que es homicidio culposo, el auto es un arma”.  

La sorpresa fue total cuando Rodolfo atendió su teléfono en la mañana del jueves. Era su hermana, madrina de Gisela, que le pedía que vaya a su casa ya que tenía un problema. El problema era la muerte de su hija pero no se animó a contárselo por teléfono. Automáticamente previendo que se trataba de algo grave, canceló su viaje a la costa. Él también pensaba disfrutar del fin de Semana Largo. En el trayecto hacia la casa de su hermana lo llamó su ex esposa, la madre de Gisela, quién entre llantos y ya frente a la puerta de la madrina de la joven le contó lo sucedido. Aquella noticia que había escuchado minutos antes en la radio que contaba de un accidente entre un auto particular y un micro que había partido de Rosario correspondía al trágico último momento de su hija.

La mañana comenzaba con la esperanza de que todo fuera un error, aunque esta esperanza estaba fundamentada en una pícara mentira de su hija. Por miedo a que no les permitieran viajar, Gisela y Elizabet habían dicho que viajaban a Mina Clavero en micro. La madre de una de ellas las llevó personalmente a la terminal de Retiro, pero en un acto de suma confianza no las acompañó a la dársena. Por ese mismo lugar las recogieron Jeremías y sus amigos en el Peugeot. “Cuando la policía me lo decía yo no le creía, yo le discutía que mi hija iba en micro, no en auto, le decía que capaz se le cayó el celular desde el micro por eso se confundían. Jamás nos había mentido salvo alguna mentira adolescente común. Pero estaba en el 206. Necesité ver el cuerpo en la morgue para creerles, no podía ser” explicó Rodolfo.  Las dos chicas habían conocido a los tres jóvenes hacía poco mas de un año en un recital y se habían hecho muy amigos, según explica Rodolfo. 

 

El trayecto por la ruta 9, el mismo que había hecho su hija, se volvió una tortura. El tránsito de Semana Santa e infinidad de camiones lo obligaron a recorrer los últimos kilómetros hasta Bell Ville casi a paso de hombre. Por su cabeza, circulaban los mensajes de texto que su hija le había enviado durante la noche “Estamos en la ruta” ; “Está todo bien” ; “Después te llamo”. “Cuando pasamos por el lugar, por el kilómetro 500, todavía estaba el micro tirado en la zanja, no lo podían levantar. Entonces bajé y recorrí el lugar; hay una sola frenada y es de duales (cuatro ruedas de a pares en un eje), son del camión que vio todo, el que llamó a la policía… y no hay banquina, ¿cómo se va a mandar a pasar con dos ruedas sobre el pasto a 120 kilómetros por hora? Falta de maniobra, exceso de juventud, nada de experiencia o por culpa de una birra, él solo puede saber en su corazón y en su cabeza por qué se mando esta cagada. Te mandaste una cagada porque te mandaste una mala decisión”, manifestó el padre.

Aún consternado y sin poder escaparse del reflejo que lo invita a negar lo sucedido con su hija, Rodolfo piensa en Jeremías quien aun continúa detenido en Bell Ville a la espera de los resultados del análisis de sangre que revele si había consumido alcohol antes de conducir:  “Yo no quiero restar, quiero sumar para que se aclare todo y pueda cerrar la muerte de mi hija pero no fue un accidente, no fue 'sin querer', la familia de Jeremías va a querer que sea diferente, le van a decir que fue un accidente como haría cualquier familia, pero tendrían que ayudar al muchacho con la verdad, van a tener que ayudarlo para que salga adelante, lo mejor que pueden hacer es ayudarlo a asumir la responsabilidad de lo que hizo, porque sino no va a poder liberar nunca esa culpa.. La pena no va a ser si queda preso, la pena más grande la lleva él, en su corazón. Como le dijo el camionero que venía atrás de ellos 'qué cagada te mandaste pibe' ”, apuntó Rodolfo y continuó: “mi hija estudiaba en el Eccleston para maestra jardinera y trabajaba desde hace un mes en un jardín, con nenes muy chiquitos, cambiando pañales, todavía no había cobrado el primer sueldo. Y hoy tuve que ir al instituto a explicarle a la vice directora que había fallecido. Yo podría no haber ido y que crean que abandonó, pero era mi responsabilidad avisar. Hay que asumir las responsabilidades. Yo espero que la justicia haga lo que tenga que hacer, pero esto no fue un accidente. Yo no quiero que esté preso, pero debería ir preso”.

 

Entre el dolor por el choque y la incertidumbre ante los pasos a seguir para poder trasladar el cuerpo de Gisela a San Martín, Rodolfo recibió la ayuda de muchas personas que sin quererlo se vieron involucrados, “quiero agradecer a la policía de Bell Ville, que fueron quienes me dieron el primer consuelo y me devolvieron todas las pertenencias de mi hija, a la mujer de la cochería de allá que no le pregunté ni el nombre y me facilitó todos los papeles, y al personal del micro, de Urquiza, en el momento del choque el bolso de mi hija se mezclo con el de los pasajeros del ómnibus y ellos me ayudaron mucho para encontrarlo”

El caso continua siendo investigado mientras los cuerpos de los tres jóvenes fallecidos y el del conductor ya fueron sepultados, sin embargo el padre de Gisela sigue buscando a todo aquel que tenga información “me gustaría que quienes vieron algo declaren, que la chica del parador se acerque a una comisaría y cuente lo que sabe” finalizó el dolorido padre.

 

6 de abril de 2010

 

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