Casi el 30 por ciento de las travestis tiene SIDA

El 42% tiene sífilis. Por qué su expectativa de vida es menor a la de un habitante de Sudáfrica.

Se pone portaligas, la mini, se maquilla y agarra la cartera. Antes de irse, da un último vistazo al espejo. Afuera hace frío, pero está acostumbrada y le queda un largo viaje hasta el Lawn Tennis. En los pasillos de la villa del Conurbano bonaerense algunos la miran con desprecio, otros la saludan. Ella responde con paso firme.

El periplo vale la pena porque en Palermo puede adquirir mayor ganancia que en Once o Constitución, y mucho más que en los puntos rojos del Conurbano como el cementerio de Morón, Ruta 3 y Camino de Cintura, en La Matanza y la colectora de Autopista del Oeste, en Moreno. Pero, sobre todo, le gusta ese lugar porque cree estar a salvo del maltrato policial.

 

Además, en los bosques se siente más segura, aunque le molesta un poco que la traten como fenómeno de circo. Muchos son asiduos, otros, sólo curiosos (y, tal vez, potenciales clientes), pero hay una gran porción que recorre el circuito para reírse de las travestis que ofrecen “sus servicios”, como público de un show freak sexual. Pero, no le queda otra opción: es travesti y, por ello, prostituta. Su elección sexual condicionó su elección laboral y su calidad de vida.

El viernes pasado, bajo el lema “Todos somos travestis”, varias organizaciones del colectivo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans) acamparon en plaza de Mayo para repudiar “la discriminación cotidiana en nuestros hogares, lugares de estudio, en las calles” y “la expulsión del mercado laboral” porque, “en el caso de las travestis de todo el país el acceso a un trabajo digno es casi imposible y la prostitución representa muchas veces la única salida”.

Y, entre las actividades realizadas en ese sentido, se presentó una exposición fotográfica que ilustra la realidad de las travestis argentinas: “la mayoría viven en hoteles y villas de emergencia y más del 90 por ciento se dedican a la prostitución; la expectativa de vida es de 32 años y el 70 por ciento no terminó el colegio primario”, tal como indican las organizaciones que participaron del acampe, entre ellas la Asociación de lucha por la identidad Travesti y Transexual, Jóvenes por la diversidad, Movimiento Antidiscriminatorio de Liberacion, Futuro Transgenérico, Revista el Teje, Revista AJI, OSAS Zurdas y espacio KARACOL de Córdoba).  Lohana Berkins y Diana Sacayan también asistieron a la cita que reclamó “políticas concretas del Estado” para revertir esta situación.

“Lo que sucede es que el camino obligado de las travestis es ser puta”, simplificó la referente Sacayan a 24CON y la ecuación es simple: en casi todos los casos, cuando la familia descubre que su hijo de 13 años es gay, lo echa. Deja de asistir a la escuela, donde también lo discriminan, y tiene que aprender a valerse solo. El adolescente se empieza a travestir y no encuentra otro camino que la prostitución en un mundo laboral que le cierra las puertas. En la calle, está en contacto permanente con enfermedades, padece constantes agresiones y se acerca a la droga. En el medio, alguien le sugiere que, para atraer más clientes, se inyecte aceite de avión o silicona industrial, sustancias sumamente tóxicas para el organismo.

En realidad, un estudio realizado en Ciudad de Buenos Aires por el Servicio de Inmunocomprometidos del hospital Ramos Mejía junto a la Fundación Buenos Aires Sida y la Asociación Travestis, Transexuales y Transgéneros de la Argentina, relevaron los comportamientos de riesgo y la prevalencia de las enfermedades venéreas y de transmisión sexual entre las 4118 pacientes que consultaron durante 4 años. Entre ellas, 105 eran personas transgéneros; el 100% de ellas eran travestis y brindaban servicios sexuales. Los análisis revelaron que la prevalencia de la infección por VIH tipo 1, de la sífilis y de otras ITS (hepatitis B, herpes genital, úlceras genitales y verrugas causadas por el virus del papiloma humano) superaba enormemente las cifras en el resto de los pacientes, entre los que el 2,3% realizaba trabajo sexual.
En los travestis, la infección por el virus del sida alcanzó el 27,5%, a diferencia del 6,2% en el grupo no transgénero. En la Argentina, la prevalencia de esta infección entre las mujeres trabajadoras sexuales no supera el 4,5 por ciento.
Y mientras el 42% de los travestis tenía sífilis, la prevalencia de esa enfermedad curable no superó el 18% en el resto de los pacientes atendidos.
Como dato que refuerza la hipótesis de que la vía de contagio es mayoritariamente sexual, ninguno de los pacientes estudiados consumía drogas inyectables. Aun así, la proporción de uso correcto del preservativo fue igualmente baja tanto en los travestis (13,5%) como en los pacientes no transgénero (18%).

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