Sucedió en Nueva Zelanda donde un pescador, Gus Hutt, salvó a un bebé de año y medio que flotaba en el mar y lo confundió con una muñeca. "Pensé que era una muñeca. Entonces le tendí la mano, lo agarré por el brazo y aún así seguía pensando que era tan solo una muñeca", comenzó.
Hutt recordó ese hecho durante un campamento en una playa de Bay of Plenty, en la Isla del Norte. Y siguió: "Su cara parecía de porcelana, con el pelo corto pegado al rostro, pero soltó un pequeño grito y pensé '¡Dios mío, es un bebé y está vivo!'".
Era Malachi Reeve, de 18 meses. El nene salió de la tienda de campaña en la que dormía con sus padres a orillas del mar. La abrió y se fue hacia el agua, donde lo arrastró la corriente.
Ese día Hutt decidió pescar a unos 100 metros de donde solía hacerlo.
"Si no hubiera estado allí o hubiera estado un minuto más tarde, no lo habría visto. Tuvo mucha suerte porque no estaba predestinado a irse. No había llegado su hora", explicó emocionado.
Sus padres corrieron a la recepción del campamento. Su madre, Jessica Whyte, explicó que su hijo estaba "morado, frío y parecía encogido". El niño se recuperó. "Es el de siempre. Tal vez haya aprendido a desconfiar del agua".
El director general de Water Safety New Zealand, Jonty Mills, una organización encargada de promover la seguridad en los ríos, lagos y playas, declaró que era "una historia bastante milagrosa de supervivencia" y llamó a los padres a extremar la precaución. "Basta con menos de un minuto para que un niño se ahogue", concluyó.
Fuente: Crónica