Oscar “La Momia” Demelli es un personaje en todo sentido. Militante político, luchador de catch y ayudante en un Hospital de niños son algunas de sus facetas que muestran una personalidad diametralmente antagónica, pero él explica que está “devolviendo en vida todo lo que me dieron porque no quiero quedarme con nada”. Para él, la vida tiene nombre y apellido: además de la ayuda Divina y Providencial, su recuperación fue posible gracias a "los Posse (Osvaldo y Gustavo)".
Milagro en tierra de titanes
“En 2004 sufrí una aneurisma cuando volvía de un viaje y terminé hospitalizado en Bahía Blanca. Fue cuando me descompuse y -de la nada- apareció una ambulancia que me salvó la vida", contó el emblemático líder de los Titanes y agregó: “Me salvé de una muerte súbita de casualidad”. ¿Providencia? La segunda respuesta, veloz, decisiva y contundente fue la que obtuvo de Melchor Posse. A los pocos días, y por la acción del municipio de San Isidro con la firma y la autorización del entonces ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, fue internado y operado en Fundación Favaloro por Roberto Favaloro, el sobrino del famoso cardiólogo. “Estuve ocho horas con el corazón fuera de mi cuerpo”, dijo. El segundo milagro se había producido.
Cuando Demelli llegó a Buenos Aires se enteró de la enfermedad terminal que aquejaba a su amigo. Fiel a los ideales de Melchor Posse, el luchador no tuvo tiempo de pasar el mal trago. “Después de la operación me agarró edema pulmonar y una arritmia severa, y me salvé otra vez”, reveló La Momia. Ahí consideró que se trataba de verdaderos milagros “porque la verdadera mano de Dios la tuvo Favaloro, no Maradona”, exclamó.
Superado el momento dificil que le tocó vivir, Oscar “La Momia” Demelli, se acercó a la municipalidad con la intención de devolver favores. Y como la vida “siempre quiso que esté cerca de los chicos”, el tercer milagro apareció cuando le ofrecieron trabajar en la secretaría de guardia del Hospital Materno Infantil de San Isidro. Lo hace ad honorem, porque siente que ya fue demasiado lo que recibió; y que llegó el momento de dar. “A pesar de que los nenes vienen con dolencias, me siento bien cuando les saco una sonrisa. Ellos me reconocen siempre, entonces tengo que agradecer esta oportunidad, por los chicos y por tener la posibilidad de agradecer en vida todo lo que me dieron ”.