El nuevo Guerrero del Arco Iris llegó al puerto

En el marco de los festejos por los 25 años de Greenpeace Argentina, llegó su barco insignia y 24CON te lleva a conocerlo por dentro.

“Llegará un tiempo en que los pájaros caerán del cielo, los animales de los bosques morirán, el mar se ennegrecerá y los ríos correrán envenenados. En ese tiempo, hombres de todas las razas y pueblos se unirán como guerreros del arco iris para luchar contra la destrucción de la tierra”. En esta leyenda de los indios Cree, nativos de Norteamérica, se inspiraron los fundadores de Greenpeace para bautizar el barco proteccionista más emblemático de todos los tiempos: Guerrero del Arco Iris.

El mantenimiento del Guerrero es constante.
La historia también cuenta que ese barco fue hundido por el servicio secreto francés en 1985, en Nueva Zelanda. Ese pequero de arrastre convertido, volvió a navegar cuatro años más tarde, cuando el Guerrero del Arco Iris II se lanzó a las aguas del mundo. Pero ninguno de los dos primeros navíos se compara, al menos en características, con el número tres que amarró en el puerto de Buenos Aires en el marco de los festejos por los 25 años de la organización en Argentina.

Bajo la bandera de los Países Bajos, y con una eslora máxima de 57,92, pisar el Guerrero genera conciencia ambiental desde un primer momento. Por su historia y sus imponentes mástiles, invita a inmiscuirse en sus rincones más profundos para palpar las diferentes nacionalidades que lo habitan.

Pablo Bullrich, un joven de 26 años oriundo de Beccar, fue el guía estrella de día, quien junto a grupo de periodistas, llevó a recorrer la nave a 24CON. Desde el helipuerto que permite el aterrizaje de helicópteros en una maniobra que dura alrededor de 30 minutos, ya que se toman todas las medidas de seguridad necesarias, como en todas en este barco, fuimos hacia la improvisada sala de conferencia. La misma fue creada para la ocasión, ya que durante los viajes se utiliza como gimnasio y centro de entretenimientos para los tripulantes.

Asomamos la cabeza en la sala de máquinas y fuimos por la eslora a conocer los botes de acción. Se trata de las pequeñas embarcaciones o gomones que luchan contra los gigantes barcos pesqueros. Hay otro en babor, y como características especiales, ambos pueden llegar al agua en sólo tres minutos y son híbridos.

La cabina de mandos tiene tecnología de última generación. El nuevo Guerrero fue adquirido por Greenpeace en 2011. Sus instrumentos de navegación se encuentran por duplicado para evitar que el capitán Joel Stewart (veterano estadounidense que trabaja allí desde 1989) quede a la deriva, en caso de que el primero deje de funcionar. Sin embargo, más allá de los radares y las cartas de navegación, siguen utilizando brújulas y las estrellas para no perder el rumbo.

Los botes de acción del Guerrero.

Mientras otros tripulantes realizaban tareas de mantenimiento, Pablo llevó al grupo de la proa hasta el centro de radio, el salón más importante del barco. De allí se establecen las comunicaciones con otros navíos y los pequeños botes que salen desde el Guerrero a realizar alguna acción. Más allá se encuentra el comedor. El lugar de reunión por excelencia, donde los platos se bambolean de un lado para otro al ritmo de las aguas. El mismo ritmo que le ponen a la música cuando los bongós y las maracas suenan.

El cuarto húmedo, como bien indica su nombre, suele ser el más mojado. Porque es el primer lugar donde van los marinos cuando salen de cubierta. Allí se encuentran las camperas y los equipos para salir a llevar a acabo una acción.

Con una capacidad para 30 personas, esta “oficina móvil” puede alcanzar hasta 14 nudos (26 Km/h aproximandamente) con sus 1260 metros cuadrados de velas. Detalles que fueron posibles gracias a las 3 millones de personas que donaron dinero para poder construir este buque de campaña especialmente diseñado para campañas. 

 

12 de julio de 2012

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