|
Evidentemente Julio jamás acompañó su vida por un can, mucho menos leyó el informe elaborado por la Universidad de Córdoba, España. Los buenos de la península ibérica decidieron estudiar el comportamiento de una serie de perros, entre los cuales había desde caniches hasta Rottweiler alemanes, y descubrieron que la raza no determina completamente el nivel de agresividad. Influye, en una medida considerablemente superior a los genes, el trato de su dueño y la educación que reciben de cachorros.
Según Joaquín Pérez-Guisado, algunos de los factores que generan agresividad son que los dueños no hayan tenido un perro antes, obviar un entrenamiento básico de obediencia, consentir o mimar al animal en exceso, no emplear el castigo de tipo físico cuando es necesario, adquirir el perro con los propósitos de simple regalo, mascota para defensa o capricho, castrar a las hembras, dejarle la comida de forma indefinida, o dedicarle poco tiempo en general y en sus paseos.
|
El estudio, publicado en Journal of Animal and Veterinary Advances, sostiene que el 40 por ciento de las agresiones están relacionadas con dueños poco autoritarios. Culpables ellos de haber dejado al can librado al azar en su forma de ser. Nada de mimos, nada de gritos.
El estudio abarcó a 711 perros (354 machos y 357 hembras) de los cuales 594 eran de pura raza y 117 mestizos mayores de un año. Los perros analizados son Bullterrier, American Pitbullterrier, Pastor alemán, Boxer, Rottweiler, Dobermann, Dálmata, Setter irlandés, Golden retriever, Labrador retriever, Caniche miniatura, Chihuahua, Pekinés, y Bulldog francés.
El investigador explicó que para corregir el comportamiento del animal, los amos deben seguir un trato adecuado y "restablecer la dominancia sobre el perro". Y aseguró que el castigo físico “debería de ser más una forma de asustar y demostrar la dominancia que tenemos sobre el perro, que una forma de infligir un gran sufrimiento al animal".
25 de abril de 2009.