En uno de sus últimos discursos, la ahora expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, afirmó que “una de las diferencias entre los golpes blandos de ahora y los golpes de Estado del pasado, es que antes usaban los tanques y ahora éstos fueron sustituidos por los medios de comunicación”.
Siguiendo esta línea de pensamiento, es atendible analizar el rol que desempeñaron y desempeñan los medios masivos de comunicación concentrados durante los últimos años en nuestro país; específicamente durante las campañas políticas del 2015 y más aún, desde la asunción del representante de la Alianza Cambiemos, Mauricio Macri, el pasado 10 de diciembre, cuyas operaciones mediáticas estuvieron al servicio de la invisibilización de las medidas de restauración neoliberal, cuya estrategia en cada conferencia que los distintos funcionarios del actual gobierno brindan -ya no en el mítico “Salón de las Mujeres del Bicentenario”, convertido en oficina como parte de las políticas de “deskirchnerización”, copiada a las políticas de “desperonización” llevadas a cabo por los fusiladores Rojas y Aramburu tras el golpe de Estado contra el gobierno de Juan Perón en 1955-, consiste en lo siguiente: sólo se habilitan seis preguntas por conferencia, de las cuales cuatro corresponden a periodistas del Grupo Clarín: uno por el canal de cable TN, otro por el noticiero de Canal 13, otro por Radio Mitre y el último por el diario Clarín, la quinta pregunta se la dan al periodista acreditado por el diario La Nación, y la sexta –para no ser muy groseros con la concentración mediática, digamos-, está a cargo del periodista acreditado en Casa Rosada por Radio La Red y alguna otra emisora radial.
El efecto comunicacional que genera este redireccionamiento informativo, genera la “sensación de amplitud y diálogo” que la Alianza Cambiemos propuso durante toda su campaña, pero con la particularidad -se podía decir-, de que las preguntas que luego se replican en el resto de los medios de comunicación tanto audiovisuales como gráficos, son aquellas que sólo efectúan los periodistas acreditados que representan a los intereses monopólicos de los grandes grupos mediáticos/económicos concentrados del país.
Esta estrategia comunicacional acalla voces y sólo genera una sola visión de las políticas de gobierno, que en la praxis, se convierten en autoritarias y antidemocráticas.
Es de destacar que la restauración de las políticas de restauración liberal, se concretan a través de las políticas de ajuste; de una devaluación que se concertó en el orden superior al 40%; el “achicamiento del Estado” a través de más de 13 mil despidos de trabajadores estatales que desempeñaban distintas tareas tanto en los gobierno nacional, como en aquellas provincias y municipios controlados por la Alianza Cambiemos; una rebaja de 6 a 3 puntos porcentuales del PBI el presupuesto educativo; la apertura de las importaciones en detrimento de los productos elaborados en el país y la vuelta a un excesivo endeudamiento externo, entre otras medidas antipopulares y antinacionales.
Además, y de manera absolutamente violatoria a las leyes constitucionales de nuestro país, la Alianza Cambiemos que postulaba el “republicanismo” y el “diálogo”, gobiernan a puro decreto, superando ya los 400, entre los que se cuentan 29 Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) firmados en tan sólo 26 días (durante los ocho años de gestión de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se firmaron 76 DNU, y durante los dos períodos de gobierno de Carlos Menem, se firmaron 545 de estos decretos especiales)
Es importante destacar que un DNU es una ley con forma de decreto y su utilización sólo es válida en circunstancias excepcionales, ya que el artículo 99 inciso 3 de la Constitución Nacional establece que se pueden utilizar cuando no se puedan seguir los pasos previstos para la sanción de leyes, y su beneficio es dictar normas sin obtener la aprobación previa del Congreso de la Nación, aunque después estos deban ser aprobados por la Comisión Bicameral especial, según la Ley 26.122.)