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¿La sal no sala?

El 45% de los argentinos agrega sal a las comidas. Y este es sólo uno de los factores que se suman para que uno de cada dos argentinos aumente su riesgo cardiovascular por la mala alimentación.
Jueves, 27 de noviembre de 2008 a las 10:16
Por Luciana Fernández Virginillo

Situación: kiosco, drugstore, negocio de fast food. Infinidad de barritas de cereales, bebidas light y yogures diet. No todo es lo que dice ser pero parece más sano. Pegado a los productos verdes, la panchera, sándwiches, aderezos y gaseosas clásicas. Galletitas de unos y otros.

Para algunos, un día de tentación o en un apuro, pero tal vez para otros una costumbre. Problemas. La preferencia por alimentos ricos en grasas junto a la poca ingesta de frutas y verduras no presenta un buen cuadro de situación.

Al paso, la comida. Ya no es un buen inicio aunque el trabajo a veces no deja más. Comer apurados se transformó en un mal hábito entre los argentinos. Empezar por tomarse media hora y comer sentados, es un soga a la digestión.

El consumo excesivo de sal, sumado a estos factores que condicionan la manera de alimentarse de los argentinos, más el tabaquismo y la falta de actividad física, terminan de influir en un estado de salud que se pone en cada elección y cada día en riesgo.  

Según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada por el ministerio de Salud de la Nación, considerando sólo la ingesta de sal y el bajo consumo de frutas, verduras y hortalizas, es posible afirmar que uno de cada dos argentinos aumenta su riesgo cardiovascular por el solo hecho de alimentarse mal.

Las consecuencias son mayores posibilidades de sufrir hipertensión, colesterol alto o diabetes y por tanto se multiplican las chances de padecer un infarto o un accidente cerebrovascular. Al final la comida no resulto ser cosa de 5 minutos.

Una mala proporción. La encuesta remarca que el 45 por ciento de los argentinos agrega sal a las comidas, mientras el 35 consume pocas raciones de frutas y verduras.

Estas malas costumbres repercuten directamente sobre las arterias predisponiendo el desarrollo de colesterol elevado, responsable del 20 por ciento de los cuadros de enfermedad coronaria y cerebrovascular, e hipertensión, responsable del otro 50 por ciento.
 
Dieta sana, actividad física regular y dejar el cigarrillo. A esta altura, por lo repetitivo, parece otra de las frases de la abuela, que generalmente terminaba teniendo razón, como en este caso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que el 80% de las muertes prematuras por enfermedad cardiaca y stroke se prevendrían siguiendo esta máxima. 

Después de estos argumentos muchos piensan, aunque sea por unos días, antes de elegir en el kiosco o lo cambian por un plato de comida. Pero cambiar los hábitos y los gustos personales no es tan sencillo, menos aún cuando la vorágine del ritmo de vida en las ciudades y los mensajes de la publicidad no dan una mano. 

Parece ser una ilusión elegir y disfrutar comidas saludables y ricas. 

“Actualmente vivimos en un mundo en el cual hay 1.500 millones de personas obesas, razón por la cual esta enfermedad crónica se ha convertido en la segunda causa de muerte prevenible, que provoca a su vez cerca de 300 complicaciones”, explicó Alberto Cormillot, médico especialista en nutrición y director del Instituto Argentino de Alimentos y Nutrición (IAAN).

“En la Argentina, puntualmente, se calcula que el 50% de la población tiene problemas de sobrepeso como consecuencia de una combinación de factores que vienen dándose hace muchos años”, detalló Cormillot.

Lo más importante, según indicaron los especialistas, no es la intervención médica y terapéutica, que debe estar presente en los casos más extremos, sino fundamentalmente el cambio de hábitos. Eso que todos los días inconcientemente hace estirar la mano al paquete equivocado.

Entre las medidas más favorecedoras se cuentan: aprender a cocinar recetas saludables; optar por alimentos no elaborados, frescos, económicos y nutritivos; evitar las grasas, los azúcares, las gaseosas y las golosinas; dejar de lado los restaurantes y el delivery para comer en casa y apagar el televisor durante las comidas para poder charlar.

Al final la abuela no se equivocó.

 

 

14 de diciembre de 2008.