El presidente aterrizará cerca de las 16 en Bariloche y desde allí se trasladará a Villa La Angostura, para cumplir con una agenda en la localidad del sur neuquino acompañado por el gobernador Omar Gutiérrez. Antes estuvo en La Pampa, en su segundo viaje desde que comenzó la pandemia, tras su visita a Santiago del Estero y Tucumán la semana pasada.
Según trascendió, en La Angostura el Presidente recorrerá las obras de la planta de tratamiento cloacal, un plan de viviendas y la ruta de circunvalación. Se espera que Fernández comparta con Gutiérrez algún anuncio para la actividad hidrocarburífera, principal fuente de la economía neuquina.
Según pudo averiguar 24CON con fuentes de la Provincia de Neuquén, el presidente dispuso una comitiva de 90 personas. Esta noticia no cayó nada bien entre los habitantes de Villa La Angostura ante el peligro de poder propagar el covid-19 (con positivos asintomáticos) en una ciudad que no tiene casos.
Pero además de la visita oficial una curiosa historia lo tendrá al Jefe de Estado como protagonista. Aunque quizás ni Alberto lo recuerde pero su noche en el Messidor hará rememorar de manera involuntaria los días que Isabelita estuvo presa en ese castillo. Pasó allí siete largos y penosos meses detenida, tras su destitución. Así lo testimonian las desesperadas cartas que Isabel le escribía al Nuncio Apostólico, Pío Laghi, para que le gestione un trato menos riguroso de parte de los gendarmes.
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La finca fue rodeada por 300 efectivos que debían impedir cualquier intento de escape, y la expresidenta fue recluida en una habitación sin calefacción y cuyo único privilegio era la vista al lago. "El 1 de mayo de 1976, en El Messidor, la interrogó un juez", relató Rosario Álvarez, la incondicional mucama de Perón e Isabel. "Pero ella subió a su habitación llorando y se tiró en la cama. Isabel lloraba muchísimo. Cuando se calmó, volvieron a interrogarla. "Isabel encendía velas, rezaba oraciones y solía tirar flores en los lagos de Villa La Angostura". "Una es por mí, otra por ti, y ésta por el Pueblo argentino", le decía a Rosario.
Pero ella no fue la única que dejó sus secretos escondidos en esa mansión de estilo francés, enmarcada entre el lago Nahuel Huapi y la cordillera de Los Andes, fue construida en 1942 por el arquitecto Alejandro Bustillo (creador, entre otros, del Llao Llao y del Banco Nación) a pedido de su prima, Sara Madero de Demaría Salas. Por allí pasaron personajes importantísimos de nuestra historia y a algunos de los visitantes más ilustres que tuvimos.
Donada al gobierno neuquino por sus propietarios en 1964, desde entonces Messidor es testigo de secretos increíbles. Uno de sus primeros huéspedes, el general Juan Carlos Onganía, ordenó mejorar el camino que une a La Angostura con Bariloche para que circulara sin problemas el camión que transportaba sus pertenencias desde Buenos Aires.
A lo largo de los años, también se hospedaron en el Messidor los presidentes Alfonsín (que fue a descansar allí tras su renuncia en 1989) y Menem (víctima de la famosa "picadura de avispa" durante un paseo en gomón en el Nahuel Huapi). Además, el libro de visitantes, que desapareció misteriosamente hace unos años, tenía las firmas el rey Juan Carlos de España y el príncipe Hirohito, el actual Emperador de Japón.
El edificio, de dos pisos, tiene habitaciones con excelentes vistas al Nahuel Huapi, un gran comedor, living, sala de estar y una biblioteca de forma circular, habitaciones de huéspedes, una gran cocina y una terraza desde la cual se puede apreciar el bosque que rodea la casa, con variadas especies de árboles, autóctonos y exóticos, además de coloridas flores.