Daniel Angelici no era solo el presidente de Boca cuando Mauricio Macri estaba sentado en el sillón principal de la Casa Rosada. Sería muy ingenuo pensar que sus días los pasaba solamente debatiendo entre que jugador comprar o vender, o analizando cuantos hinchas visitaban la Bombonera cada fin de semana. Si bien el Tano heredó el manejo del Xeneize cuando su amigo dejó el fútbol para saltar a la política, sus funciones siempre fueron más allá de conducir los destinos de la popular institución del barrio porteño de La Boca.
Sus lazos con los históricos altos mandos del radicalismo, sus vínculos con la Justicia y en especial su rol -en las sombras- como operador del gobierno, lo pusieron en un lugar de alto valor político pero muy sensible cuando Macri dejó el poder. De hecho, hasta barajó dejar el país por miedo a qué todo ese poder se le venga en contra y termine siendo el fusible. La posibilidad de Londres o España se estudiaron como sus destinos potables. La única vía de escape para evitar todo eso es quedarse con la UCR porteña, un reducto que conoce y podría ayudarlo a olvidar el destierro. Para jugar esta carta de salvación, el Tano ya está juntando 10 mil avales que le permitan enfrentar a su ahora enemigo político, Enrique Coti Nosiglia.
LEER MÁS Los aprietes del macrismo a un empresario del juego
Angelici tiene temor que prospere la causa en su contra que lleva adelante la jueza federal María Servini de Cubría y que lo tiene como cabeza de una "Mesa Judicial" creada por el macrismo, para meter presos a dirigentes opositores. Hasta la actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, blanqueó la participación del Tano y lo vinculó con dos figuras centrales de la "persecución": Gustavo Arribas y Laura Alonso. Ahora, la magistrada deberá decidir entre mayo y junio si procesa al ex presidente y como sigue adelante la acusación en contra del empresario de bingos y el resto.
Pero los dolores de cabeza no se detienen para el Tano. Cómo si ya no tuviera pocos, toda la bola de nieve que nieve que alimentaba en los años anteriores parece que lo persigue y le está pisando los talones. En las últimas horas sufrió otra grave acusación que podría empujarlo aún más al abismo y dejar tecleando a uno de los hombres con más poder durante la gestión anterior.
El medio del juicio oral que se lleva adelante por la causa Oil Combustibles, un funcionario de la AFIP reconoció que el macrismo creó un "Grupo de Tareas" para voltear las empresas de Cristóbal López y Fabián de Sousa. El testimonio salió de Jorge Schiaffini, jefe del departamento de investigaciones de grandes contribuyentes de la entidad recaudadora y quien declaró como testigo. Allí reconoció que la Mesa Judicial de Cambiemos, integrada por Fabián "Pepin" Rodríguez Simón, Angelici y José Torello, entre otros, miraban con lupa los negocios del Grupo Indalo.
Todo este plan macabro llevaba la orden expresa de la Casa Rosada y era supervisado por Marina Lamagrande, hasta hace una semana la jefa de dictámenes jurídicos de la AFIP y segunda de Juan Capello, el recién llegado subdirector de Coordinación Técnico Institucional. Desde el albertismo pudieron lograr la cabeza de Lamagrande pero Capello logró subsistir. Por último, si bien las esquirlas pueden llegar hasta el propio Macri, quien no se quedará al margen a la hora de las acusaciones cruzadas es el ex vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, el rector político de la AFIP durante el macrismo.