Dos preocupaciones atraviesan desde la cúpula hasta la base de la pirámide del peronismo nacional y bonaerense por igual.
En la punta de la pirámide, los intendentes con dos o más mandatos a cumplir en el 23 (sean peronistas como Insaurralde, Zabaleta, Sujarchuk o Zamora, o "amarillos" y/o seudo radicales como Jorge Macri, Grindetti, Posse o Valenzuela), fracasaron en su primer intento fuerte por voltear la ley Vidal que les impide renovar cargo más allá de dos períodos consecutivos.
El trípode del poder real (Máximo Kirchner, Sergio Massa y el gobernador Kicillof) vetó sin más discusión la idea de reformar la norma en vigencia.
Mientras algunos ya preparan figuras de recambio, otros insisten por lo bajo en que es imperioso terminar con la restricción. El final de la historia por ahora está abierto.
Peor la están pasando las terceras y cuartas líneas de la raviolera burocrática. La inmensa ya está en funciones pero no tienen rubricado su cargo y peor aún, carecen de presupuesto.
De hecho, muchos subsecretarios y secretarios que si están "adentro", se quejan porque la tropa macrista se resiste a abandonar sus sillas y no hay una orden a nivel nacional o provincial que permita desalojarlos.
Otra historia que aparentemente tendrá que esperar hasta el día 181 del gobierno, cuando concluya la Emergencia.