El pasado 4 de mayo se cumplieron cinco años de la asunción del ex presidente Néstor Kirchner, como primer secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), -cuya sede se encuentra en Quito-; organismo que surgió con la finalidad de generar un espacio de articulación política, social, económica y cultural entre los doce países que integran la región suramericana, donde se privilegia el diálogo entre las naciones, el fortalecimiento de la democracia, la eliminación de las desigualdades socio-económica para alcanzar la inclusión social y la reducción de las asimetrías existentes entre los países que la integran, respetando la soberanía e independencia de los Estados miembros.
Para conmemorar este acontecimiento vital en el camino de la unión libre, justa y soberana de Suramérica, concebida como la Patria Grande por nuestros padres fundadores, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en Casa Rosada, acompañada por el actual secretario general de ese organismo, el expresidente colombiano Ernesto Samper, y el anterior titular, el venezolano Alí Rodríguez, encabezó un acto donde precisó que: “La verdad que cuando decíamos todo lo que pasó en esos seis meses intensos que tuvo Néstor como presidente de UNASUR, y (antes) si uno ve aquella América del Sur, de 1999, cuando Hugo empezó su primera presidencia en Venezuela; luego en el año 2002, cuando Lula empezó su presidencia en Brasil, o en el año 2003, cuando Néstor lo hizo en este bendito país, y vemos todas las cosas que se lograron y cada uno de los conflictos que nos atravesaron y que pudimos resolver en paz.”
Durante los seis meses que Néstor Kirchner presidió la UNASUR, su figura se acrecentó a nivel regional y mundial, cuando le tocó resolver uno de los conflictos medulares que atravesaban la paz y el desarrollo estratégico de nuestros países, el conflicto que por entonces se encontraba latente entre las hermanas repúblicas de Colombia y Venezuela, la primera de ellas gobernada en aquellos años por el expresidente Álvaro Uribe, cuando, conducido por intereses imperiales ajenos a nuestros desarrollos estratégico como región, éstas dos naciones estuvieron a punto de enfrascarse en un conflicto armado, que hubiese desatado consecuencias impredecibles para la tranquilidad que habita en nuestras fronteras.
En ese momento, Néstor Kirchner, junto a otros referentes sudamericanos, logró vencer con la paz, que fue la mejor de todas las victorias posibles ante la posibilidad de un conflicto armado, que como decía el poeta Paul Valery: “La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que si se conocen pero que no se masacran.”
Desde su creación, la UNASUR, logró desactivar los últimos intentos golpistas directos, ocurridos en nuestra región: Ecuador, Bolivia y Paraguay, como así también denunció con certera precisión política los intentos desestabilizadores ocurridos en Venezuela, contra el gobierno popular del actual presidente Nicolás Maduro.
Estas intervenciones de la UNASUR –concebida como una verdadera superación dialéctica y material de la Organización de Estados Americanos (OEA), cuya sede no por casualidad se encuentra en Washington-, además denuncia sistemáticamente las ocupaciones coloniales de las Islas Malvinas, por parte del Reino Unido y de la bahía de Guantánamo, en Cuba, por parte de Estados Unidos.
Estas políticas adoptadas por UNASUR, son el carácter central y profundamente diferenciador de las tibias políticas y declaraciones a las que estamos acostumbrados a oír desde la (OEA), que como muy bien definiera en su momento el Comandante Fidel Castro, actúa continúa actuando como un verdadero “Ministerio de Colonias”.
6 de mayo de 2015