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El Callejero al que la vida marcó dos veces con fuego

Perdió a su madre en Cromañón. "Necesitaba ayuda urgente", dicen sus allegados.
Miércoles, 10 de febrero de 2010 a las 18:48
Por Cecilia Di Lodovico
Esa noche, pisó con fuerza el pedal, mientras sus manos golpeaban frenéticamente los platillos. En el pecho llevaba una fotografía de su madre, inmortalizada en una remera traspirada. Era la primera vez que se subía a un escenario luego de la tragedia. Había pasado un año, pero el horror seguía intacto. El aliento del público le llegó al alma como un tsunami y él seguía tocando con la energía de un toro, pero la canción terminó y la realidad le volvió al cuerpo. Emocionado hasta las lágrimas agradeció a la gente y a “La 25”, la banda que le dio la mano el 17 de febrero de 2005, en tierra cordobesa.

Su aparición generó revuelo: lo acusaban de provocador. Eduardo Vázquez se defendió: “Si no tocaba ese día, me moría”. Era una manera de sanar sus heridas, una forma de revancha contra la muerte. Sus amigos creyeron el argumento porque lo veían mal, cabizbajo, triste, sin rumbo. Ese mismo día, marcado por la desgracia, había sido agredido en la sede del Gobierno porteño cuando hacía el trámite para cobrar el subsidio que se les entregó a las víctimas de Cromañón.

Antes, había intentado participar de la multitudinaria marcha organizada por los familiares de las víctimas. Corrió la misma suerte: fue golpeado y abucheado por el resto de los presentes. Había asistido a la cita con su hermana y unas amigas.

“El siempre quiso que lo reconozcan como un sobreviviente y como familiar de víctima, porque él perdió a su mamá en el incendio y también podría haber perdido la vida ahí. No lo hacía por la plata, sino porque lo necesitaba psicológicamente. Necesitaba estar ahí, con los familiares reclamando justicia. Él decía: `'Yo también soy sobreviviente y soy familiar de víctima'”, aseguró un allegado a Vázquez, en diálogo exclusivo con 24CON.

¿Cómo era Vázquez antes de la tragedia? Difícil de responder porque, después de Cromañón el preludio de su vida se desvaneció. Sólo se lo veía como “una persona triste, introvertida, reservada y tranquila”. “No era agresivo, ni tenía gestos violentos, por el contrario, se lo notaba afectuoso”. Sin embargo, algo hacía pensar a sus amigos que Eduardo “necesitaba ayuda urgente”. Algo, estaba por estallar.

En 1995, el baterista comenzó a frecuentar Villa Celina, donde residía uno de los seis integrantes de Río Verde que luego se transformó en Callejeros. Como el resto, Eduardo era un “pibe de barrio” que empezaba a degustar de las mieles del mundo del rock y la fama. Fue el primero en volver a subir a un escenario y el primero en advertir el incendio, en el que perdió a su madre. 
“Creo que estaba muy afectado por la tragedia, es muy duro haber perdido a tu madre y que te digan que vos la mataste”. Ese era uno de los aspectos que más perturbaba a Vázquez. “Después de Cromañón, se quedó solo”.

No obstante, Wanda Tadei, su novia de la secundaria, volvió a su vida. Con ella tuvo una hija (Wanda tenía dos hijos de un matrimonio anterior) y se casó hace tres meses.  “Cuando nació la bebé estaba feliz, hasta se hizo un tatuaje con su nombre. Parecía que estaba mejorando”, manifestó la fuente. “No parecía que sea un hombre que golpeaba a su mujer, pero nunca se sabe que sucede puertas adentro”, se atajó la fuente y aclaró: “No podemos entender qué pasó, pero si lo hizo, creemos que fue por emoción violenta porque después la llevó él mismo al hospital. La emoción violenta funciona así, haces cualquiera y cuando reaccionas te das cuenta de la gravedad de lo que hiciste. Pero es evidente que Edu quedó muy afectado por Cromañón”.

Pese a ser absueltos, el allegado a la banda remarcó: "Todos cargan con la culpa de lo que pasó, sobre todo quienes no padecieron ninguna herida. El que no siente culpa en un caso así, sería un psicópata. Edu es una persona normal y también se siente culpable. Cuando dieron la sentencia ninguno de ellos festejó, él tampoco".

 

A seis años de la tragedia, la vida volvió a marcarlo con fuego pero, esta vez, pdría dejarlo tras las rejas.