Dicen que el patrullero está las 24hs., pero no es así. |
El Conurbano es duro. Algunos accesos que conectan a los centros comerciales están siendo azotados por un fenómeno que está en boga de todos, la inseguridad.
En la localidad matancera de Lomas del Mirador ya hubo asesinatos, golpes, corridas y tiros. Y todo gracias al “oportunismo” vial, con todo lo que lleva las reglas de la calle. Dicen que son “criminales” menores que salen de la villa armados y que se juegan “a todo o nada”. El combo: A solo 3 minutos de la General Paz.
Este es el caso de una de las rutas más importantes de Argentina y una de las tres que cruza todo el país. Se trata de la intersección de la Ruta 3, que adopta en ese distrito el nombre de Avenida Juan Manuel de Rosas (ex Provincias Unidas); con la calle Avellaneda, donde la fachada de la villa Santos Vega, justo a la altura de un semáforo, facilita el robo a los conductores desprevenidos.
El modus operandi de los delincuentes que “trabajan” en la Santos Vega es rápido, fugaz y no discrimina horarios. “Se paran un rato cerca de la calle y cuando corta el semáforo pelan el fierro, le roban al conductor y rajan para adentro de la villa en tres minutos”, revela a 24CON uno de los playeros que trabaja en la estación de servicio Shell que se ubica de la mano de enfrente.
La Santos Vega por dentro. |
Después, “los mismos ladrones suelen traer las pertenencias que no le sirven del damnificado -cosas como DNI y otra documentación- a la estación para devolverlas”, resalta el hombre que, después de 15 años de trabajar allí, y de presenciar un panorama para nada privilegiado, ya no le sorprende la impunidad del asunto.
“Ese que se está subiendo al colectivo, el de gorrita, lo vemos todos los días afanando. Es terrible. A nosotros no nos hacen nada porque ya nos conocen, es más, hasta vienen a tomar café al autoservicio. Eso sí, cuando me tomo el colectivo a la noche y no tengo el uniforme de la empresa, cruzo la avenida corriendo, porque no te reconocen”, confiesa otro de los empleados del lugar mientras surte combustible a sus clientes.
Pero los pibes no sólo “operan” cuando los autos frenan, dicho sea de paso, muy pocos lo hacen. Por la noche, que hay mucho menos tránsito, se ubican en medio del pavimento y apuntan directamente a los parabrisas, hasta a veces tiran a quemarropa, lo que obliga a los automovilistas a una de dos: a parar o a volantear para esquivarlos. (En el lugar todavía se resiente la muerte del hijo de un reconocido comerciante de la zona, que fue baleado por la espalda dentro de su camioneta cuando intentaba escapar).
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Una de las víctimas de las 5 de la tarde
Héctor García vive en González Catán, unos 12 kilómetros al oeste de Lomas del Mirador y lleva a su hija a la escuela Nº 13 que está ubicada en el predio lindero a Santos Vega (un terreno que pertenece a Acción Social de la Nación).
Según comenta a este medio, minutos antes de las 17 del jueves pasado, cuando García iba a buscar a la joven, se detuvo con su vehículo Pointer sobre el semáforo de Juan Manuel de Rosas al 1800. El punto neurálgico del acecho. Venía escuchando la radio y estaba algo distraído por la lluvia cuando “un hombre salió de la nada con un revólver” y en dos minutos lo amenazó, le abrió la puerta del auto y “se llevó todo lo que tenía”. Acto seguido, “rajó” rumbo al inconcluso cúmulo de casas.
El paso de cebra, un lugar peligroso. |
Hechos como estos suceden a diario y según dicen, “la mayoría de los chorros que andan con armas son menores”. Dos cuadras más adelante, llegando a la calle Catriel, también hay otro semáforo que de día frena al tránsito y se presta para el fierro. Casi siempre, en la mano que va hacia San Justo, es decir, la que da a la villa.
Fuentes policiales locales confirmaron que “todos los días se detecta más de un robo o intento de robo” en ambos semáforos de la ruta y que en ciertas ocasiones no pueden “hacer nada” porque según indican, “los menores que delinquen se dedican también a romper las luminarias públicas para aprovechar la oscuridad”, y eso les daría a los efectivos, tan solo, “un rango de acción de cinco metros”.
Los autos no paran cuando corta el semáforo. |
“Santos Vega tiene una geografía que facilita la huida de los pibes”, reconoce el oficial principal Gerardo Robles, el ahora titular del destacamento de Lomas del Mirador (luego de haber sido “renovado” el staff policial en el controversial lugar donde habría sido visto por última vez al menor desaparecido, Luciano Arruga), responsable de mantener “cercado” el barrio con tres patrulleros.
Si bien la presencia policial sobre la ruta amaina el accionar de los delincuentes, hay momentos del día en donde el móvil se traslada y por ende deja desprotegido el lugar. ¿Complicidad policíaca? ¿Zona liberada? Los efectivos dicen que a Santos Vega entran seguido, que la conocen de punta a punta, pero llamativamente los pibes chorros siempre se le escapan por la “puerta de atrás”.
04 de noviembre de 2009