Caminó por el pasillo como si fuera su casa. Al ver una cámara, simplemente la giró con la mano. Después fue directo a la cocina, abrió la heladera, sacó una gaseosa y se sirvió un vaso. Se la tomó ahí mismo, tranquilo, como si no estuviera robando.
Luego empezó a revolver todo: se llevó ropa, algo de dinero, un frasco de café, un carrito de supermercado y hasta un porta perros. Iba metiendo todo en una bolsa negra mientras recorría la casa sin apuro. No tenía capucha, no llevaba guantes, no intentó cubrirse la cara. No le importó nada.
Todo ocurrió en Parque San Martín, partido de Merlo, sobre la calle Leandro N. Alem, entre Arenales y Matanza.
Cuando terminó, se fue caminando. No corrió, no se escondió. Salió por donde había entrado, como si nada. Toda la secuencia quedó grabada.