Con palizas y misiles: así opera la patota de Cariglino
Víctimas y familiares de mala praxis en Malvinas Argentinas cuentan cómo es vivir en el distrito que se quedó en la Dictadura. Qué secreto guardaba el enfermero asesinado. Casos estremecedores.
La patota tiene fama propia. Ya nadie da nombres, es “la patota”, a secas. Y cuando se la menciona es un iracundo Jesús Cariglino quien personifica una amorfa y presunta mafia. El más alto funcionario de Malvinas Argentinas, dicen, metió la pata y se deschavó feo: “Puede ser”, respondió cuando le consultaron si era el cabecilla de la banda que amedrenta, secuestra, balea y golpea a los familiares de víctimas de mala praxis.
Ese grupo armado, poco a poco, escupe nombres sueltos que se acumulan en denuncias. El propio accionar delictivo con el que persiguen a los vecinos hace que las actas legales vomiten identidades. Pero, aunque se sabe quiénes son los violentos callejeros, los familiares piden, a través de medios legales, la cabeza del Intendente. Y están aterrados.
El miedo se multiplica con cada cámara de TV que se apaga. Porque cuando los flashes dejan de quemar y los estudios abandonan el “vivo”, son las víctimas de mala praxis las que sobreviven en las violentas calles de Malvinas. Detalle que ocurre desde hace años. La “patota” no atacó por primera vez cuando los periodistas de distintos medios fueron golpeados durante una marcha en junio pasado. Lo hizo antes y sigue con su accionar hoy.
Los valientes son pocos: un puñado de apenas cinco personas (entre casi 200 casos) llevan casi diez años yendo y viniendo de las fiscalías. Donde se investigan las causas de médicos que no dejan salir vivos a los pacientes del sistema de Salud del distrito. La red delictiva tejió tanto durante todo el mandato de Cariglino (17 años) que hoy es “imposible escapar de esta tela de araña”, aseguran las víctimas a 24CON.
La muerte con sello mafioso de Walter Navarro, un enfermero del hospital Claudio Zin que había empezado a contar el espanto que vivía en el nosocomio, fue el último eslabón de la cadena de impunidad.
“¡Basta! A veces no aguanto la ansiedad. Si me tienen que bajar que sea pronto, pero que se termine todo esto”, confesó Oscar Bugliolo, quien en 2004 vio a su hija por última vez con cinco autopsias que la dejaron “desarmada”, como él mismo dijo. Le habían dejado placenta en el interior del cuerpo tras el parto y murió. Ahí comenzó todo.
24CON te presenta una por una las historias de los que se animaron a decir basta
Oscar Bugliolo: "Navarro me estaba por decir los crimenes que ocurrían dentro del hospital y lo mataron"
Desde que denunció que su hija falleció por mala práxis su vida se convirtió en un calvario. Molieron a palos y quisieron secuestrar a su hijo, le gatillaron en la cabeza a su hija, amenazaron varias veces de muerte a él y su esposa y hasta le dejaron una bomba en su casa. Conocé qué le dijo Walter Navarro, el enfermero asesinado en un más que confuso episodio.
María Claudia Ledesma: "Los que me tienen que cuidar, son los que me quieren matar"
Denunció que su hija Melani murió por falta de atención y se convirtió en blanco de la patota. Logró estar cara a cara con Cariglino para reclamar justicia, pero pagó con aprietes, amenazas y golpes. "Me pusieron una navaja y me dijeron que no siga", explicó. Los cobardes hasta provocan destrozos en la tumba de su beba en el cementerio municipal.
Oscar Portillo: "Un camillero me rompió la cadera y me querían echar la culpa a mi"
Fue atropellado por un empleado municipal de contramano y sin seguro, que en vez de ayudarlo trató de robarle la moto. La rehabilitación a la que lo obligaron fue peor que la enfermedad. "Me trataron como un trapo de piso", aseguró.
Victoria López: "Entré por quemaduras en el rostro y me amputaron las piernas"
Asegura que cuando la ingresaron en el hospital no sabían cómo tratarla. Un error fatal la condenó a vivir en una silla de ruedas. En 2010 le prometieron las prótesis que nunca llegaron. Su historia.
13 de septiembre de 2012