Operan a albañil que tuvo la boca cerrada por dos años
Un accidente en el trabajo le rompió la mandíbula. No podía hablar y apenas comía alimentos que debían ser licuados. Su historia y sus sensaciones.
La comida preferida de Marcos Avellaneda, como la de casi todos los argentinos, es la carne. Por eso ayer, cuando se comió su primer bife de costilla después de dos años de abstinencia sintió que por fin se había despertado de una larga pesadilla.
Marcos es un albañil de Lomas de Zamora que vivió dos años con la boca cerrada, alimentándose a base de comida licuada o picada al extremo de quitarle todo sabor. El 7 de marzo pasado el sistema de salud público de la Provincia le implantó la prótesis que le permitió volver a hablar y a comer. Hoy, se recupera en su casa.
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Actualmente Marcos tiene 65 años, vive en el barrio San Alberto de Lomas de Zamora y todavía trabaja en la construcción. Hace 10 años sufrió un accidente muy grave mientras trabajaba: un resorte de un portón de garage le estalló en el mentón y le rompió la mandíbula en 4 partes. “Como si hubiese recibido una piña de Monzón en el mentón”, contó Marcos. Si el resorte le hubiese dado en la frente o en el cuello está historia no podría ser contada.
“Sufrió un traumatismo muy severo y en ese momento se le colocaron placas de titanio para trabar la fractura múltiple de la mandíbula. Tuvo una buena recuperación de su fractura mandibular, pero lo seguimos controlando. Ocho años después surgió esta complicación, comenzó a cerrársele la boca”, explicó el cirujano Eduardo Díaz, jefe del Servicio de Odontología y Cirugía Maxilofacial del hospital provincial Gandulfo de Lomas de Zamora.
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Hasta ese mismo hospital llegó Marcos Avellaneda el día de su fractura mandibular. “Fue un golpe muy fuerte, pero no me desmayé. Los médicos no podían creer que no me estuviera muriendo de dolor”, cuenta ahora desde su casa, donde vive con sus sobrinos. No tiene esposa ni hijos. Volvió a trabajar dos semanas después del accidente y siguió con su vida normal hasta que hace dos años se dio cuenta que algo malo estaba pasando: “se me cerraba la boca, me dolía cuando comía, entonces fui al hospital de nuevo”.
Los médicos que lo atendieron eran los mismos que diez años atrás. El diagnóstico, raro, poco frecuente, pero posible. “Lo que le pasó se llama Anquilosis Temporomandibular Bilateral, yo nunca había visto que sucediera pero puede pasar después de una fractura de mandíbula tan importante”, explica Díaz. Traducido quiere decir que una masa de tejido óseo, localizada desde la articulación hasta el hueso temporal, le impedía abrir la boca.
“Sólo podía abrir su boca medio centímetro. No podía alimentarse bien, ni hablar bien”, indicó el cirujano Díaz. Para el propio paciente lo más difícil de todo, lo más duro, fue perder el placer de la comida: “comía carne a veces pero picada, muy chiquita, porque no podía masticar y encima después me dolía el estómago porque no digería bien nada”.
La cirugía “me cambió la vida”, cuenta Marcos que de a poco recupera los placeres de comer. El primer día tomó solo líquidos, el segundo blandos y ayer, por primera vez, se comió un bife en un santiamén, antes tardaba dos horas en comerlo triturado. “Una cosa así, que para cualquiera es una pavada para mi fue muy importante”, dice este albañil que todavía sigue trabajando y que, en una semana, volverá al hospital para la segunda etapa de la intervención, que consiste en la colocación de una prótesis dental.
LA CIRUGÍA
“Tenemos un único antecedente de una cirugía de este tipo en la Provincia. Es un caso extraño y la prótesis es muy cara. Pudimos gestionarla, y damos las gracias por eso al ministerio de Desarrollo Social de la Nación”, explicó el ministro de Salud de la Provincia, Alejandro Collia, quien felicitó al equipo quirúrgico por la intervención que demandó 7 horas de trabajo.
De la cirugía, que consistió en remover la masa anquilósica y reemplazar ambas articulaciones con la prótesis, participaron dos equipos del Servicio de Odontología y Cirugía Maxilofacial, a cargo de Eduardo Díaz y Jorge Karklins, además colaboraron Gustavo Takeda y Damián Palermo, todos del hospital provincial Gandulfo.
La prótesis se fabrica en Estados Unidos y tiene un costo de 100 mil pesos. La función que cumple implantada en la mandíbula de Marcos Avellaneda, es reemplazar la articulación temporomandibular y permitir restablecer sus funciones. El paciente debe continuar con tratamientos de rehabilitación, como ejercicios de apertura y cierre de la boca hasta lograr el punto máximo posible en su recuperación.
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21 de marzo de 2013