Cuando Oscar Di Landro pensó en su reemplazante en 2002, lo primero que hizo fue en pensar en una mujer, su ex secretaria de Acción Social, quien finalmente no aceptó. Entonces, como segunda opción apareció el nombre de Marcelo Coronel, un irrelevante empleado de su confianza que a base de extremar la ejecución de los deseos de su entonces jefe político llegó a ser Secretario de Gobierno.
Entonces, General Rodríguez tenía una férrea conducción a cargo de Di Landro, recordado por ser uno de los intendentes que más sueldo se habían fijado en el Conurbano bonaerense. Luego de dos mandatos como jefe comunal, pensó que podía hacer lo que hacían varios jefes comunales en ese entonces: abandonar la jefatura comunal y delegar en un “delfín” de confianza todos los asuntos municipales.
Pero con Coronel algo falló. Ya en plena campaña desconocía los concejos que su jefe político le daba y empezó a tomar distancia. Para eso contó con la complicidad del gobernador de entonces, Felipe Solá, vecino de esta localidad, que lo apañó como a pocos y le permitió su crecimiento político.
Sin embargo, su escaso recorrido político, ya que llegó al municipio pidiendo un empleo como cualquier desocupado, sumado a una personalidad bastante introvertida, hizo que todo lo que recibió se fuera escurriendo de sus manos para terminar ganando la reelección en 2007 por solo seiscientos votos y perdiendo catastróficamente en la elección del 28J que lo tuvo como uno más de los cuarenta candidatos testimoniales K tras los escándalos producto del tráfico de efedrina.
Una vez que terminó su período de mayoría parlamentaria, sucedió lo previsible: comisión investigadora y probable destitución. En General Rodríguez dicen que su futuro, inexorablemente, ya está escrito.
21 de diciembre de 2009