En el último tiempo General Rodríguez se ganó el rótulo de misteriosa. Fue aquél municipio del Conurbano bonaerense el que ofició de escenario en el hallazgo de los cadáveres de los empresarios Ferrón, Forza y Bina, a la postre vinculados con el colombiano "ajusticiado" en el estacionamiento del imponente Showcenter un mes antes. Todos ellos unidos por un vínculo común: la efedrina.
Desde entonces, cada siniestro que ocurre en el mentado partido del oeste de la Provincia conlleva el prejuicio de ser asociado al precursor químico prohibído en gran parte del mundo ya que es utilizado para abaratar costos en el proceso de fabricación de drogas ilegales. Así las cosas, el último viernes se conoció una noticia que enmudeció a más de uno, pese a que desde el entorno del fallecido hicieron circular una versión diametralmente opuesta a lo sucedido.
El crimen de Hernán Guillermo Bernal, profesor y director de una escuela en General Rodríguez, fue tildado de pasional. Se dijo que Bernal era homosexual e, incluso, que se encontraron mensjaes de texto de su amante en el teléfono celular que a él pertenecía. Sin embargo, el escenario del asesinato no presentaba signos violentos. Cada cosa en su lugar hacía suponer algo más, una verdad oculta. La prolijidad de la vivienda de la calle Espora al 600, en la que la víctima vivía solo, estaba ordenada cuando los oficiales de policía se hicieron presentes y trasladaron el cuerpo al hospital Vicente López, de aquella localidad. Era tarde, nada se pudo hacer. La bala recibida le perforó el abdomen y se incrustó en su columna. Al llegar al nosocomio Guillermo no presentaba signos vitales. Por qué, todavía no se sabe.