A 10 años, Avellaneda recuerda a sus mártires
En otro aniversario de la represión que terminó con la vida de Kosteki y Santillán, una multitud reclama justicia. Cortan el Puente Pueyrredón.
Organizaciones sociales y políticas realizan desde las primeras horas de la madrugada de hoy una vigilia en la base del Puente Pueyrredón que culminará al mediodía con un acto.
En el acto del mediodía estarán presentes Alberto Santillán, el padre de Darío, y Vanina Kosteki, la hermana de Maximiliano.
La vigilia fue precedida de una emotiva marcha de antorchas desde la Estación Avellaneda –que pronto cambiará su nombre y recibirá el de Darío y Maxi en homenaje a los dos jóvenes asesinados el 26 de junio de 2002- hasta el Puente Pueyrredón, de la que participaron más de 2.000 personas.
Darío y Maxi fueron parte de los 4.000 desocupados que ese 26 de junio de 2002 se movilizaron para impulsar un reclamo de igualdad social, en días convulsionados para la historia nacional. Junto a sus compañeras y compañeros del barrio, aquella mañana empezaron desde temprano las tareas organizativas para la jornada que terminaría en uno de los asesinatos más impunes de la mano de agentes de un estado democrático.
Darío militaba desde los 17 años y tenía especial interés en buscar la forma de garantizar la seguridad durante las manifestaciones. Así dedicó muchas horas para aprender a organizar una columna para la movilización o pensar la mejor respuesta ante una represión masiva. Maxi, en cambio, había llegado desde Guenica y cuando estallaron los incidentes era la primera vez que enfrentaba esa situación. Sin embargo ajustó su bufanda negra, su gorra y ayudó a sus compañeros a resistir el brutal ataque.
Santillán, de 21 años, y Kosteki, de 24, fueron asesinados a balazos durante una represión encabezada por cerca de 400 efectivos de la Policía Bonaerense, vestidos con uniforme y de civil. Los homicidios a sangre fría de los dos jóvenes piqueteros provocaron una conmoción social que obligó al entonces presidente Eduardo Duhalde a adelantar las elecciones generales.
"La Masacre de Avellaneda, al igual que la rebelión del 19 y 20 de diciembre, provocó una indignación en todo nuestro pueblo y marcó a fuego a una nueva generación militante, para quienes los ejemplos de Maxi y Darío proyectaron un compromiso de lucha e intransigencia contra las injusticias que nos advierte sobre los peligros que entraña el posibilismo y la resignación", expresó un comunicado del frente Santillán.
El 9 de enero de 2006 el Tribunal Oral 7 condenó a prisión perpetua al ex comisario inspector Alfredo Fanchiotti y al ex cabo primero Alejandro Acosta. También dictó penas de cuatro años de prisión efectiva a otros tres efectivos de la Bonaerense, Félix Vega, Carlos Quevedo y Héctor De la Fuente, por el delito de encubrimiento agravado.
Sin embargo, la semana pasada Fanchiotti fue trasladado a la Unidad Penal 11 de Baradero, donde gozará de un régimen de detención semi-abierto porque su sentencia no está firme. Ese beneficio también le fue otorgado a Acosta, quien fue trasladado a un penal de similares características tras una decisión de la Cámara de Apelaciones de Lomas de Zamora.
"La impunidad permite que, seis años después, el asesino de Darío y Maxi no tenga sentencia firme" denunciaron compañeros y familiares de los jóvenes y manifestaron su repudio por la "decisión judicial de permitir su traslado a una cárcel de régimen abierto”.
Referentes del Frente Popular Darío Santillán explicaron que el objetivo de la flexibilización del régimen de encarcelamiento "es reintegrar los reclusos a la sociedad, pero no puede hacerse eso con Fanchiotti porque fue condenado a prisión perpetua y no pasó diez años de reclusión".
25 de junio de 2012