¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

El calvario del exDT de Banfield en Irán

Carlos Leeb contó su experiencia a 24CON."El Gatito" explicó el martirio que sufrió sólo por no ser musulmán. Extremismo, poder y fútbol.
Jueves, 17 de noviembre de 2011 a las 12:45
Por Andres Randazzo

En la casa de Carlos Leeb todo está relacionado con el fútbol. En la cocina cuelga un cuadro pintado de él con la camiseta de Chacarita, en su época de jugador. Hay trofeos y medallas por doquier. También fotos de Banfield, el último club argentino que dirigió. Al lado de la pava y el mate hay una azucarera de Sucre, donde el Gato llevó a Universitario hasta la Copa Sudamericana.

De un estante saca un tasbih, un rosario musulmán. “Este me lo encontré mientras caminaba por el Golfo Pérsico”, le cuenta a 24CON en su hogar de Lanús. “Era muy extraño. Vivía a dos cuadras y no me podía bañar si había mujeres. Si lo hacía, tenía que meterme al agua vestido”, agrega. El entrenador recuerda su reciente paso por el fútbol iraní, donde llegó con la expectativa de hacer una diferencia económica.

 

Fue por un rosario como los que ahora tiene en su casa que comenzó su calvario en el otro extremo del planeta. Por quitarse un tasbih del cuello sufrió amenazas, no pudo trabajar tranquilo y, finalmente, no cobró lo acordado.

-¿Cómo se dio la posibilidad de ir a dirigir a Irán?

- Salió por una propuesta de un muchacho argentino. Fabio Jurdakis se llama, no es agente FIFA ni nada, solamente tenía contactos. Había 24 horas para responder. Averigüé si era mucho lío, pero no era tan así. No había guerra, como uno se imagina. Hablé con gente de allá, me fije en Internet. Majid Niroomand es el agente FIFA que vivía allá, que sí hablaba español e hizo la parte correspondiente con el club. Hablamos, me cerraron los números y me fui. Viajé con el profe Sergio Carosino, mi hermano Paulo y Walter Aguilar, que era el que veía los partidos de los rivales para tener más información.

-¿Qué sentiste al llegar?

- El comienzo fue bueno. Llegué allá y nos metieron en un hotel de 6 estrellas. Era hermoso. Mucho lujo. Estuvimos dos meses en el hotel hasta que nos consiguieron la casa. El equipo ya estaba armado y nosotros teníamos 20 días para hacer una pretemporada y arrancar el campeonato.  Me pusieron un intérprete, Foad, pero me parece que hacía más de espía que de intérprete. Porque convivía con nosotros  y se enteraba de todo. Fue una relación buena, pero uno enlaza cosas y se da cuenta que estaba puesto para informar a los dirigentes. Además, ellos tenían la llave del departamento. Entraban cuando no estábamos y revisaban todo.

Leeb con el alcalde de la ciudad y el dueño del equipo Rahimi Mohammad.

-¿Cómo era el trato con los dirigentes?

- Los dirigentes quieren tener el control absoluto de todo. Querían que yo esté del lado de ellos, pero yo estaba más cerca de los jugadores. Son gente de negocios. Ellos no ponen dinero de su bolsillo, es el Estado el que banca el fútbol y el resto de los deportes.  Al poner mucha plata, desde el Estado se abusan. A la hora de pagar se tarda, aducen burocracia y en todo está metida la alcaldía. Bandar Abass se llama la ciudad y el club es Shahrdari Bandar Abbas. El dueño del club era el alcalde y estaba metido el hermano también. En general es un gran negocio. Por ahí figuran como un país correcto y ordenado, pero por otro lado no pagan. No me pagaron a mi ni a los otros extranjeros. En Uruguay, por ejemplo, no dejan ir a jugadores a jugar allá. Uno fue movido por lo económico. A hacer la diferencia. Me quedaron adentro como seis sueldos. Es un dinero muy importante.


Leeb se frena en su relato y repite el concepto. “Ellos quieren demostrar que tienen el poder, te meten miedo”, cuenta el Gato, quien recuerda: “Por la TV o en los diarios ves las noticias de que apedrean a una mujer por infiel, por ejemplo. Se convive con eso. Hay mucha seguridad en las calles y nunca se ve ni un policía, pero si te agarran haciendo algo mal, fuiste”.

El conflicto con los dirigentes tiene una raíz religiosa. “Arami, el hermano del alcalde, era el más jodido –asegura el entrenador-. Yo andaba con mi rosario, porque soy católico. Y un día me regala uno de los rosarios que usan ellos. Me lo puso. Le agradecí por el regalo. Pero todos los días me bajaba el cuello de la remera a ver si lo tenía puesto. Un día le dije que no era así, que no podía hacerme eso. Me lo saqué y se volvió a fijar. Entonces empezó algo más allá del fútbol. Era un musulmán extremista y me hizo la vida imposible”.

-¿Qué fue lo que te hizo?


-Empezaron a hacer cosas como para que renuncie.

-¿Por ejemplo?

-Un día, por la Copa de Irán, decidieron sacar al equipo sin consultarme. Porque tenían ganas nomás. Quisieron que, ese día, el club no se presente. Una decisión jodida. Era su  ego y para demostrar que ellos mandan. La gente que tiene el poder lo usa mal.  Además me cambiaban los horarios de las prácticas y los lugares. Les avisaban a los jugadores y a nosotros no. Es decir, se tomaban el trabajo de llamar futbolista por futbolista sólo para fastidiarnos a nosotros.

-¿Y los dirigentes explicaban sus decisiones?

- Ellos te llevaban a un comité donde se reunían y te preguntaban todo. Entonces te amenazaban con multas de hasta 50 mil dólares. Cuando jugábamos de visitante teníamos que viajar y el micro en vez de llegar a hora llegaba tarde y tenía que dar la charla técnica en el lobby del hotel.

-Y todo esto mediante un traductor

-Sí, yo les decía ‘¿me están cargando?’. El traductor transpiraba. Se le mezclaban los idiomas, no sabía dónde meterse. Sabía inglés, persa, español. Un día yo estaba expulsado y habíamos quedado que entraba el traductor y yo le indicaba desde la tribuna. Pero ellos no lo dejaron entrar. Así que dirigió otra persona, que no sé ni quién era. Porque sin traductor, no te podés hacer entender.

-Y, para finalizar, no te pagaron.

-Se terminó el contrato y me quedé esperando un mes a que me paguen. Además, ellos cuando llegamos nos retuvieron el pasaporte. Si queríamos viajar le teníamos que pedir permiso a ellos, no nos podíamos volver. Fue un momento muy feo, lejos de la familia y ya sabíamos que no íbamos a cobrar. Un día llegaron, nos dieron el pasaporte y nos dijeron ‘se van mañana’. Así que nos volvimos.

-¿Seguís reclamando?

-Primero intenté hablando. Fui a buscar a buscar a Jurdakis, que es el contacto de acá. Pero se borró. Así que hice la denuncia en FIFA. Pero ellos, los iraníes que tienen el poder, se la dan de rectos y dicen que no le tienen miedo a nadie.


17 de noviembre de 2011