Entrevista 24CON

Habla la voz de Cupido, el ángel que une parejas en TV

Su fanatismo por Roberto Galán y su visión del amor. "La historia argentina está hecha por matrimonios", asegura. Sus inicios y su presente.

 

Si una persona se lo cruza por la calle y lo saluda, bien podría preguntarse si está saludando al Franco Torchia de “Cupido”, más lanzado y juguetón, o al de “Intratables”, más serio y periodístico. O quizás al de la radio, medio que lo apasiona y donde hoy hace “No se puede vivir del amor” en La Once Diez. O al más intelectual que escribe en diversas publicaciones culturales, alejado del vértigo y la banalidad televisiva. 

La realidad es que este celestino del Siglo XXI, que volvió recargado en la señal TBS, es el resultado de la combinación de todas esas versiones de sí mismo, acompañadas de sus inseparables anteojos y, por supuesto, de su voz “vintage” inconfundible. “Soy un bicho raro”, sintetiza él. Incluso, por esta diversidad de roles, admite que buena parte del público todavía no asocia al locutor “en contra de las apariencias y a favor del corazón” con el panelista del programa de América. “Pero sí me reconocen por la voz, eso es loquísimo, todavía me pasa cuando voy a un kiosco”, asegura. 


Con un título en Letras de la Universidad de La Plata, Franco siente que todo lo que aporta en sus trabajos está “atravesado” por lo que aprendió en esta carrera. A ella llegó después de egresar del Colegio Nacional de la misma ciudad, donde se mudó a los 16 años. “Por mandato materno, me anoté en Derecho, donde duré dos meses, y después trabajé de todo, hasta que fui empleado en una librería y supe que quería estudiar Letras. En ese momento, a Periodismo la llamaban ‘la escuelita’, casi desdeñosamente, y no me parecía estimulante”, recuerda.


Pero su relación con la literatura viene de antes, durante su infancia en Ensenada. “Como no me podía dormir, una tía fanática de las novelas de amor le recomendó a mi madre que me haga leer, y eso en vez de quitarme el insomnio me lo triplicó, porque me pasaba madrugadas enteras leyendo Tom Sawyer, Julio Verne y, más adelante, García Márquez. Estuve volviendo bastante a Ensenada últimamente, me reencontré con todo eso. Hoy entiendo que es el lugar donde yo tenía que crecer”, cuenta. 

 


¿Cómo llegaste a ser “Cupido”?
"Cupido" surge en 2001, como una idea de Mariano Cohn y Gastón Duprat, directores de cine que también crearon “Televisión Abierta”. Yo producía el segmento de videos de Santiago Del Moro en MuchMusic y me encomendaron el proyecto, primero como productor ejecutivo. Hicimos un montón de castings, porque la idea era que hubiera un conductor visible en cámara. Hasta que un día, por un chiste entre los chicos y yo, me probaron a mí y gustó. Al principio no me convencía hacerlo, porque tenía 25 años, trabajaba muchísimo y no sabía si me iban a pagar por todos los trabajos. Pero lo hice. Fue un programa que automáticamente explotó.


¿Siempre fuiste admirador de Roberto Galán?
Toda mi vida. Había visto mucho su programa en mi infancia y parte de mi adolescencia. Para mí, Galán es todo. El sueño de mi vida es hacer “Yo me quiero casar… ¿Y usted?”. Es muy extraño, porque no sé si lo que hago tiene una filiación directa, pero internamente siento que tiene una influencia en mí, está en mi sistema interior. Tiene un peso muy importante en mí, que no tiene ningún otro conductor de la Argentina.

 

¿Cómo es el libro que vas a publicar sobre él?
Todavía no lo terminé. Si todo sale bien, va a salir el Día de los Enamorados de 2014. Es una biografía muy sui generis, una semblanza personal sobre la figura de Galán y la manera que tengo de procesar su vida. Una vida como la de él, tan cargada, significativa y determinante, incluso para la historia argentina. Ha hecho uniones que han cambiado la historia, como permitir que Perón y Eva se conozcan, o permitir que Isabelita lo conozca a él en el exilio. No es sencillo, es un personaje muy importante.


Fuiste muy crítico de la remake de “Yo me quiero casar..” que hicieron en “Dale! La tarde”…
Mirá, la cosa fue así: la familia Galán le cedió el programa a Marcelo Tinelli por cinco meses y no quedó conforme con los resultados. No se lo quitaron todavía pero, cuando se termine el plazo, seguramente se lo quiten, son muy cuidadosos con eso. Pero el ciclo tiene esa condición de extemporáneo. Hoy puede parecer ridículo pero, bien hecho, sería muy útil y aleccionador.


¿Te considerás un experto en cuestiones del amor?
Hay días en que siento que sí y días en que siento que no. Me encanta sentir que no sé nada del amor. Lo que hago obedece a que no sé nada. Vivo leyendo sobre esto. Me estimula sentir la necesidad de ver de qué se trata el amor, sobre todo en una época como ésta, en la que las relaciones están bajo la lupa. En todo el mundo occidental es el tema del momento, aunque no parezca. Está muy vapuleado y postergado, siempre parece que es un tema menor, pero no. La historia está hecha por matrimonios y la Argentina lo demuestra. En algunos casos son sociedades amorosas o acuerdos, en otros, uniones matrimoniales. Son muchas formas de estar de a dos y de ser familia, por suerte cada vez hay más.


¿Por qué decís que hablar del amor es hablar del fracaso?
Lo que digo es que, tal vez afortunadamente, fracasaron las formas tradicionales del amor. Toda la literatura del Siglo XIX y la ficción del Siglo XX en las novelas y el cine, que desde la industria cultural dominaron el amor, presentan formas de relacionarse que para mí ya caducaron. Además, tienen que ver con una visión machista. Hoy eso está cambiando, sobre todo en las grandes ciudades, donde la vida es muy vertiginosa y el lugar de los vínculos duraderos es muy crítico.


¿Estás en pareja?
Sí, con un chico. Se llama José Escobar y es actor. Es muy virtuoso y muy exigente, así que me critica bastante, pero también me celebra cuando lo siente. También tengo una hija de 4 años y medio, Teresa, que vive con su mamá. Pero pasé mucho tiempo solo y estar con alguien me cuesta muchísimo. Es esa dificultad la que también me lleva a dedicarme a esto. Hombre, mujer, animal… la convivencia para mí es un fenómeno muy misterioso y complejo. De hecho, hoy no convivo con José.

 


¿Creés que “Cupido” podría estar en un canal de aire?
(Se ríe) Podemos preguntárselo a Tomás Yankelevich, a Liliana Parodi, a Adrián Suar y Pablo Codevilla… (N. de R.: Directores de programación de Telefe, América y El Trece, respectivamente). Hubo tantos intentos, pero yo nunca moví un dedo al respecto. Cuando terminó la primera etapa de “Cupido”, en 2003, tuve que rehacer mi vida y dedicarme a mil cosas más para poder vivir, pero siempre ese fantasma estuvo. Yo creo que sí, sin dudas sería un programa altamente exitoso en aire, no sé por qué no está. En su momento, en 2002, hasta Tinelli lo quiso. También Claudio Villarruel y Jorge Rial, cuando fue gerente de América. Lamentablemente, la televisión de aire está muy poco arriesgada. Sólo a veces hay propuestas que impactan, como “Sin Codificar”.


¿Alguna vez se enojó un participante? Porque la gente que llamaba a veces se zarpaba…
Jamás en la vida. Aunque MuchMusic sí tuvo muchos conflictos con lo que en ese momento era el Comfer, sobre todo porque íbamos en horario de protección al menor. Pero hoy el programa no se hace en vivo, y los llamados telefónicos son de parientes que llevamos a la grabación y están viendo lo que pasa. Esos llamados zafados pasaban porque no los filtrábamos, de la misma manera que no había ni hay casting para participar. Los incidentes no estaban planeados, pasaban. Ahora, TBS nos permite una llegada enorme a toda Latinoamérica, en México y en Colombia es un boom sorprendente, pero la espontaneidad del vivo la perdimos. Para mí, la joda es en vivo (se ríe).


¿Sentís que “Cupido” es un programa de culto?
“Cupido” es extremadamente popular pero, por momentos, con un público muy selecto. Es muy extraño. Yo no quiero decir que es de culto, porque estaría mal que lo diga yo, pero evidentemente muchas personas han hecho mucho para ubicar al programa en ese lugar. El problema de ser un objeto de culto es que te podés morir de hambre. En algún punto, perdés vigencia. De objeto de culto no trabajás (se ríe).


¿A “Intratables” llegaste por Santiago del Moro?
Sí, se lo debo Santiago y su extrema generosidad, inédita para el medio argentino. Sé que eso se dice usualmente de muchas personas, pero yo lo digo con mucho énfasis porque él es generoso de verdad, me sorprende todos los días. Como dice él, “Intratables” empezó siendo un programa de verano, de dos meses, y todo el mundo nos mató porque estábamos repitiendo la misma fórmula de siempre. Y nosotros ya lo sabíamos. El programa quiere ser lo que es y no pretende más, eso es muy importante en la tele. Me divierte mucho mi rol y la heterogeneidad del panel me encanta. A pesar de que tenemos muchas diferencias, nos queremos mucho. Es antitelevisivo lo que nos pasa.


Cuando opinás sobre los temas que tratan, demostrás una ideología bien definida. ¿Te considerás peronista?
Hay muchas cosas del peronismo que me fascinan
, en principio Perón. Hay momentos de él que me parecen únicos. Tampoco sé en qué se transformó el peronismo hoy. Son todos los peronismos los que forman “el” peronismo. No sé si puedo decir que soy peronista, ni tampoco radical. No puedo ser “ista” de casi nada.


¿Tampoco kirchnerista?
No, pero creo que argentina en estos últimos años ha vivido un proceso inigualable en cuanto a ciertas políticas, más allá de una postura partidaria o electoralista. No me parece que corresponda hacer caso omiso de una serie de transformaciones sustanciales, que a esta altura son indiscutibles, sobre todo en materia social. Que Argentina esté al borde de reformar su Código Civil me parece del primer mundo, todavía no lo puedo creer. Me dediqué a investigarlo y es insuperable. Está en una vanguardia social de la que no somos conscientes aún. De la misma forma puedo hablar de la Ley de Matrimonio Igualitario y la de Identidad de Género.