De maestra en Ciudad Evita a Humahuaca y el rock
Graciela Volodarski vivió su vida entre el Conurbano y Jujuy. Allí escribió una de las canciones más populares de la música nacional.
Graciela nació en Ciudad Jardín, El Palomar; se recibió de maestra rural, y trabajó en Ciudad Evita, La Matanza, cuando los vecinos recién comenzaban a construir sus casas. Un año más tarde se fue a Humahuaca, y allí, escribió “Guanuqueando” (con música de su entonces marido, Ricardo Vilca) que ahora es un himno de la Quebrada y se popularizó en el rock nacional por Divididos.
“En La Matanza estuve el año antes de irme al norte, en el 75. Esa fue mi primera experiencia, Ciudad Evita era campo puro. La escuela estaba en el medio, a los costados las familias que recién arrancaban a hacerse sus casitas, y más alejado un centro comercial y un banco. Era lindo, era saber que estábamos inaugurando algo”, cuenta a 24con. “Aunque todas las cuestiones educativas eran mucho más cuadradas, todo era mucho más duro. Pero fue una muy linda experiencia. Y a fin de ese año me llegó el nombramiento para ir a enseñar a Jujuy”.
Allí, hace 35 años, comenzaba a escribir “Tranca balanca”, un libro de poemas, coplas y relatos jujeños. “Vos llevabas un poema de María Elena Walsh a plena puna y el nene no entiendía nada, no sabía lo que estabas diciendo. Entonces yo les leía cosas que había estudiado y leído, para que los changuitos y nenas entendieran. Empecé a escribir cosas relacionadas con su hábitat, con su día a día, con su vida real, y permanentemente en contacto. Hasta que se fue armando un librito, un material de lectura, y como pensaba que lo podía llegar a leer cualquier persona le iba aclarando palabras, costumbres, y así fue surgiendo”, dice. “De hecho, los relatos son situaciones semi reales, la mayoría donde mis hijos y sus amigos fueron protagonistas”, aclara entre risas.
- ¿Cómo fue vivir y trabajar en Jujuy en esa época?
- Estuve en los peores años de la dictadura, era la unica maestra con título. La gente me veía con guardapolvo a cuadritos y no entendían. En el campo había que pelearla para que los chicos vengan a la escuela, porque en abril y mayo se iban a la zafra (cosecha de caña de azúcar), y a veces ni volvían. Los más chicos no empezaban a los 6 o 7 años, sino a los 10. Y sumado a que al estar en plena dictadura, el regionalismo se hizo insoportable. Ese fue uno de los motivos por lo que me tuve que volver. Estaba harta de silencio, de no poder hablar, de no poder hacer una comparación, ni salirte del programa; y en un lugar tan chico te tenías que cuidar mucho. Para mí fueron años durísimos, y fueron tres generaciones que se criaron así. Imaginate que el jardin en Humahuaca se llamaba “Walt Disney”, ¡los nenes ni sabían quién era! Lo único que pudimos hacer fue cambiarle el nombre, a partir de ahí se llamó Pastorcito.
- ¿Y cómo empezó tu relación con la música?
- Soy autora y compositora desde siempre. Fui a Humahuaca con la música y la poesía incorporadas a mi vida, llevaba todo ese bagaje. Y allá terminé por quedarme muy enganchada con toda la parte folklórica. Me casé con Vilca, y siempre compartimos mucho esa pasión. Tal es así que uno de nuestros temas quedó como un himno de la Quebrada, “Guanuqueando”. Esa canción la hicimos en el ´80 y ahora, cada vez que hay un acto, una fiesta, siempre está sonando. Eso me emociona mucho, me trae mucha felicidad, me parece increíble que el tema haya llegado y sobrevivido tanto tiempo. Ricardo había hecho una música, yo tenía un poema que se llamaba Vientos, y un día saqué algunas cosas de ahí, y terminé la letra a la canción. En uno de esos grabadores de cinta grandotes, de antes, fui haciéndola, y le puse Guanuqueando por un amigo que vivía en nuestra casa y tocaba la quena, el cicus, Carlitos Guanuco: hice como una metáfora, un juego de palabras. Ricardo lo grabó, y fue tremendo cómo pegó.
Graciela se jubiló hace dos años, y está haciendo todo lo que no pudo durante sus años de enseñanza constante. “Estoy preparando un disco para sacar varios de mis temas”, cuenta. “Pero además quiero estar en un espacio, compartir, dar todo lo que aprendí, ir a las escuelas, y seguir trabajando con chicos”.
Escuchá la canción acá
por Soledad Lofredo
12 de diciembre de 2012