Una noche "freak"

"Yo soy ustedes", el mensaje de Lady Gaga a sus fans

Las perlitas dentro y fuera de River. Disfraces raros y un show imponente. Mirá el video insólito.

En la fila para ingresar al campo del estadio de River, la ecuación se invirtió. Mientras en los recitales de Michael Jackson o Madonna, llaman la atención los osados que se animan a disfrazarse de su ídolo, aquí los que desentonaban eran los que fueron vestidos de jean y remerita. El problema (que para ellos no fue problema en lo más mínimo) es que, en este caso, el ídolo en cuestión usa  vestidos cubiertos de burbujas, hombreras con puntas que te pueden sacar un ojo, velos negros y rojos para cubrir la cara o trajes hechos de carne. “A mí no me alcanzó la plata, así que me lo hice de acelga”, se le escuchó decir a una fanática, toda de verde, a la que seguramente se le complicó mantener su “outfit” intacto durante el show.

Hasta dos chicos disfrazados de Shrek, que se acercaron a repartir volantes, pasaban desapercibidos ante esa marea de jovencitas – y no tanto – con medias negras caladas y minishorts, varones cubiertos en cuero sadomasoquista y una incontable cantidad de transformistas mimetizados con la nueva reina del electro-pop. Ya lo dijo Ru Paul, el travesti más famoso de los Estados Unidos: “Lady Gaga es la única Drag Queen mujer”. 

Solamente esta excéntrica y rara rubia de 26 años pudo, desde el comienzo del nuevo milenio, lograr una identificación semejante con sus más fervientes seguidores que, de la desesperación por entrar, ocasionaron algunas corridas, haciendo enojar a los agentes de seguridad. “Pagaron más de una luca por estar acá y son los únicos que hacen quilombo. ¿Por qué no se dejan de joder?”, se quejó uno, bajo el argumento de que, supuestamente, habían hecho tropezar y lastimar a un nene de 11 años.

Pero a ellos no les importó nada y siguieron corriendo. Esa es, por cierto, la filosofía de vida que Gaga mantuvo al montar durante más de dos horas sobre el escenario su “Born This Way Ball”, y que deja bien clarito justo antes de interpretar “Bad Kids”: “We don’t give a fuck what people say, we know the truth!” (¡Nos importa un carajo lo que digan los demás, nosotros sabemos la verdad!). Filosofía que, además, la convirtió en un emblema indiscutido de la comunidad gay y trans internacional, que siguen a su “Mother Monster” casi como en una religión.

El repertorio fue más que nada una sucesión de los temas de “Born This Way”, su último álbum, entre los que se destacaron “Government Hooker”, “Electric Chapel”, “Americano” y “Judas”, aunque también hubo lugar para los hits ya consagrados como “Bad Romance” “Just Dance” o “Poker Face”. Como contra, se destacaron las bases musicales y voces pregrabadas – ni siquiera se eliminó la parte de “Telephone” cantada por Beyoncé –, que le daban un respiro a la diva cuando necesitaba tomar algo de aire. Pero claro, a quién le importa que la performance no sea del todo en vivo con semejante show a cuestas.


Es que la música se vio opacada por la tremenda producción y puesta en escena desde el primer minuto, cuando se descubrió el enorme castillo de la escenografía que abría y cerraba sus dos alas laterales, sus puertas y sus torres. Luego vino, para la apertura con Highway Unicorn, un caballo negro que asustaba por su realismo, Gaga siendo parida por un desagradable vientre inflable – con las piernas abiertas – y los impactantes cambios de vestuario para casi todos los temas.     

Haciendo uso de la cuota de demagogia autorizada para todos los artistas que están de gira, Gaga repitió el grito de “Argentina” y “Buenos Aires” incontables veces, aunque esto también fue el origen de algunas “perlitas”. Durante su primer discurso hacia el público, se le escapó un “Argentinia”, y un rato más tarde, cansada de que le arrojaran objetos y carteles, le dijo a una chica del público, un poco en broma y un poco en serio: “Stop throwing shit at my stage, bitch!” (¡Dejá de tirarme mierda al escenario, perra!). Eso sin darse cuenta de que una de esas “mierdas” era la bandera argentina.  

Luego lo compensó con creces, colgando una bandera sobre la clásica moto que la acompaña en parte del espectáculo y poniéndose una camiseta de la Selección con el nombre “Princess High”, que le revoleó una fan, durante todo un set de temas. El momento gracioso fue cuando, luego de abrir un “regalo” que también le habían tirado, se encontró con que era un paquete de yerba. Mientras una bailarina le explicaba al oído de qué se trataba, ella, desconcertada, miró adentro del envoltorio y dijo: “Thank you. Can I smoke it?” (Gracias, ¿lo puedo fumar?). Las risas fueron generalizadas.

Ahí mismo llegó espacio sensible dedicado a sus “Little Monsters” con la balada “Hair”, para la que hizo subir a tres seguidores al escenario (la chica de la camiseta de la Selección incluida) y durante la que reiteró su mensaje de “aceptarse” a sí mismo tal cual uno es, no sin antes confesar “cómo le cuesta todavía a Stefani” (tal es su verdadero nombre) creer que logró semejante éxito. El cierre y los bonus tracks “The Edge of Glory” y “Marry the Night” fueron acompañados por la promesa de que “a partir de ahora, cada vez que gire, vendré a Argentina”.

Rareza, ostentación, sexo,lujo y descaro fueron las premisas de una noche surrealista no apta para los que se consideran “normales”. Porque Gaga no fue hecha para seguir “la norma”, y sus fanáticos van a seguirla en todo. Como ella misma se encargó de explicar: “Si les preguntan quién es Lady Gaga, díganles: ‘soy ustedes’”. ¿Y quién quiere ser normal cuando se puede ser un popstar?

 

Así pidió Gaga "fumarse" un paquete de yerba:

 

 

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