El defensor de San Miguel pelea por la vida de su hijo

Nehuén Crespín nació con una enfermedad que no tiene cura. Pero Ariel, quien contó su historia a 24CON, y su esposa no bajan los brazos. El papel del fútbol mientras se espera por "un milagro".

Nehuén Jesús Crespín nació el 5 de febrero de 2011. Desde el momento mismo de la concepción sus padres supieron que sería un bebé muy especial, aunque no imaginaron cuánto. Luego de tener a su primer hijo con la ayuda de una fertilización asistida, el matrimonio conformado por Érica Roxana Cabrera y el reconocido futbolista de ascenso Ariel Crespín no esperaba un segundo hijo.


Pero, cinco años después del nacimiento de Yuthiel Crespín, llegó la noticia del segundo varón. De esta situación, la elección del segundo nombre: Jesús, al asumir que Nehuén es “un regalo de Dios”.

 

Nehuén fue un bebé prematuro. Sólo aguantó seis meses en el vientre de Érica. Quería salir a la cancha antes de tiempo y lo hizo. Pero nació con apenas 1.100kg y severas complicaciones que los médicos diagnosticaron como “displacia bronco pulmonar y problemas cardíacos”. Esta enfermedad afecta a los pulmones, por lo cual tiene que estar conectado a un respirador constantemente, y al crecimiento en general, además de no tener cura.


“Cuando nació, los médicos no le daban… nada. Era el ‘día a día’ de esperar la peor noticia”, relató el defensor de San Miguel en charla con 24CON, minutos antes de recibir el último parte médico de su hijo.


Por ese entonces, el defensor radicado en San Miguel jugaba en Defensores Unidos de Zárate y sus recursos económicos no llegaban a cubrir la cuarta parte de sus necesidades y, sobre todo, las de Nehuén.


“Tuvimos que hacer una casa nueva. Toda de cero. Para que Nehuén pudiera estar con nosotros. Estar en un hospital, en terapia intensiva, no es bueno para él por lo peligrosos que son los virus intrahospitalarios. Más siendo él un bebé de alto riesgo”, contó.


Los Crespín necesitaban hacer, rápidamente, una sucursal de hospital en su casa y el fútbol jugó un partido clave en ese sentido: “El mundo del fútbol se portó diez puntos con nosotros. Clubes de Primera como Estudiantes de La Plata, All Boys. Casi todos los clubes de ascenso nos apoyaron de distintas maneras y también muchos jugadores como el Indio Bazán Vera”, ejemplificó.

 

“Organizamos un partido en el que participaron muchos jugadores de todas las categorías. Un ejemplo es el Cabezón Ruggeri, que me dijo de una: ‘Lo que haya que hacer, lo hacemos. No seas boludo. Me llamás y lo que se necesites, de alguna manera la juntamos y lo hacemos’”, recordó.


Otro jugador de renombre que se acercó fue Erik Lamela, crack de Roma nacido en Carapachay y fanático de Colegiales, uno de los clubes de ascenso por el cual pasó Crespín. La lista de players y equipos es interminable y Ariel agradece a todos.


Marca a presión
Con la ayuda del fútbol y de otras personas que se acercaron (el muro de Facebook "Todos por Nehu" tiene más 1500 amigos), los Crespín pudieron acondicionar su casa para trasladar a Nehuén. Se terminaron para el chiquito de 18 meses los pasos por el hospital Sarmiento, el Español y el Garraham. Pero el partido está lejos de terminar.


“Hace 15 días levantó fiebre y lo trajimos al Sanatorio Sagrado Corazón (CABA). Por suerte, me acaban de dar el parte médico y me dijeron que está todo bien. Ahora, le van a hacer unos análisis y en 48hs, si Dios quiere, lo llevamos de nuevo para casa”, se esperanzó.


El partido no da respiro. El rival es duro y hace sentir la presión. Crespín, zaguero con experiencia, sabe que lleva las de perder. Pero no va aflojar.


“Los médicos nos dijeron que es una ‘bomba de tiempo’. Que puede pasar cualquier cosa. Pero para nosotros es un angelito que nos mandó Dios para que lo cuidemos. Yo sé que puede llegar el momento en que Dios me diga: ‘devolveme mi angelito’. Pero hasta que Él quiera, la vamos a pelear. Vamos a esperar el milagro”, aseguró.


En estos momentos, el objetivo no es ganar este campeonato, sino ir ‘paso a paso’. “Primero, lo quiero llevar a mi casa de nuevo. Para que esté con la mamá, que esté en la casa y no en un hospital dónde sólo lo va a visitar una enfermera cada tres horas”, dijo Ariel, que gracias a la obra social de Érica puede tener una enfermera las 24hs en su casa.


La banda de San Miguel
Para estar más cerca de su casa, Crespín se disfrazó de delantero y encaró al director técnico de San Miguel, Gustavo Cisneros, a quien sólo conocía “de saludarlo” y le pidió que lo lleve al Trueno Verde.

 

Agradecido, contó que Cisneros “me dijo ‘sí, venite. Sería bárbaro tenerte como refuerzo’. Pero la realidad es que yo estoy sumando desde afuera. Estoy yendo al banco. Muchas veces me tengo que ir de los entrenamientos o perderme partidos y Gustavo me banca en todas; igual que mis compañeros. Estoy agradecido a todos ellos”, remarcó.


Pese a toda la presión, Ariel también tiene fuerzas para bancar a sus compañeros. “Hace poco algunos muchachos me dijeron que estaba loco, porque estábamos en concentrados para jugar contra Berazategui y mi mujer me llamó para decirme que estaba llevando al nene al hospital. Pero yo ya ahí no podía hacer nada. Iba a tardar mucho en llegar. Entonces, para no meterle presión a los pibes antes del partido, me hice el boludo y no dije nada”, recordó.


Gracias al fútbol tengo la fuerza de voluntad necesaria para llevar este momento adelante. Me permite descargarme, pensar en otras cosas. La que sufre más es mi mujer, que no tiene cómo descargarse”, describió y agregó una noticia inesperada: “También para ella es más difícil porque está embarazada de nuevo. Lo que es otro milagro, porque nos habían dicho que ya no podía tener hijos. Y hoy por suerte está muy bien, el bebé está fuerte y está de 5 meses sin ningún problema”.

 

Trotamundos de ascenso y del Conurbano, Crespín debutó en Deportivo Italiano en 1998 y allí jugó hasta 2005. Después hizo una temporada en Comunicaciones y se mudó a Munro para jugar un año en Colegiales. De ahí, a Luján, donde tuvo dos etapas entre 2007 y 2011. En el medio jugó una temporada en Excursionistas y otra en Midland. Defensores Unidos lo cobijó hasta su llegada a San Miguel, donde está cerca de su “angelito”.

 

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