Museo Nacional de Malvinas

Convirtió una plaza en un museo y logró su sueño de niño

24CON estuvo en un pueblo de Córdoba que se transformó en el baúl de los recuerdos de las familias de los caídosde la guerra. Aviones, uniformes y hasta la proa del Belgrano, sin rejas de por medio.

El conflicto por las Islas Guerra de Malvinas comenzó mucho antes del 2 de abril, aunque los combates se iniciaron los últimos días de ese mes, con un desarrollo pleno desde el 1 de mayo. Ese mismo día un avión de la fuerza aérea fue derribado por fuego amigo. El Capitán García Cuerva se había enfrentado con su Mirage a un Sea Harrier inglés. Si bien no había recibido daños, no le quedaba combustible para regresar al continente por lo que decidió aterrizar en Puerto Argentino. Los cañones antiaéreos lo confundieron y le dispararon en la final a pista, su avión se desplomó matándolo.

Las primeras publicaciones sobre el trágico hecho mostraron la congoja de su familia y principalmente su viuda. Esas imágenes cambiaron la vida de un joven cordobés de sólo 13 años.

En las páginas de una revista Gente del 82 (la misma editorial que tituló "Estamos ganando"), Gabriel Fioni se topó con otra cara de la guerra, la de las familias llorando a los caídos. Aficionado a la aviación, buscó una manera de llegar a la familia del piloto y honrarla. “Decidí guardar un mes de mi laburo para donarle a la familia de García Cuerva. Me comuniqué con Carballo y él me ayudó”. El actual Comodoro (re) Pablo Marcos Carballo es uno de los pilotos más reconocidos de la Guerra y quien llevó adelante la producción de varios libros en los que recopiló las misiones y acciones principales de la Fuerza Aérea en la contienda. En Halcones de Malvinas pueden leerse los combates, misiones, y sentimientos de los pilotos.

“Carballo me propuso que en vez de enviarle dinero le escribiera a la familia. Y lo hice con las familias de los 55 caídos. Les mandé una carta a cada familia durante diez años”, contó Fioni a 24CON.

El vínculo, nacido del reconocimiento y el respeto, generó la confianza entre las familias y el pequeño Gabriel. Otros pilotos y los familiares comenzaron a darle objetos personales de los caídos; pequeños tesoros y recuerdos que fueron el inicio del Museo Nacional de Malvinas, ubicado en Oliva, en el corazón de la Provincia de Córdoba. “Empecé a tener contacto con las familias, a conocer las historias, y me surgió la idea de hacer un reservorio. Un lugar donde preservar todo eso. La idea comenzó en los noventa, cuando no se hablaba de Malvinas y no había mucha comunicación, ni redes sociales. Carballo mismo me adelantó que no iba a se fácil”, recordó Gabriel desde la sobra proyectada sobre el museo por el ala de un veterano avión.

Un viejo predio ferroviario en medio de la ciudad se convirtió en un inigualable museo a cielo abierto y al alcance de cualquier visitante. Sin rejas de por medio, duermen mostrando orgullosos sus colores y la silueta de las Islas Malvinas un A-4C que cumplió con más de 10 misiones en la Guerra y fue uno de los últimos de su tipo en operar en la Fuerza Aérea. Un BAC Canberra, bombardero de fabricación británica que atacó por la noche a las tropas inglesas. Un IA 58 Pucará, de fabricación Nacional y que operó directamente desde las islas. Cañones antiaéreos de distintas fuerzas, un transporte anfibio utilizado el 2 de abril en al recuperación de las islas y una réplica de la proa del Crucero ARA General Belgrano.

A las 4 de la tarde del 2 de abril de 1982, el poderoso crucero fue atacado por el submarino nuclear Conqueror. El sumergible lanzó tres torpedos impactando dos en la estructura del buque. Uno de ellos impactó en la proa desapareciéndola. En las fotos tomadas por sus tripulantes desde las balsas de salvamento mientras el Belgrano se hundía, se aprecia la falta de la parte delantera del crucero.

El Museo Nacional de Malvinas cuenta con una réplica a escala real de la proa del Belgrano, que oficia de sala principal donde se atesoran otros recuerdos. En su interior se puede encontrar el instrumental de los aviones utilizados en el conflicto, los uniformes de los pilotos, las ropas de combate de los soldados, distintos armamentos. Fotos, cartas y recuerdos entregados por los familiares de los veteranos. “Pasaron 20 años desde que empezó el museo, y continúa siendo una plaza. Este lugar se ha convertido en un lugar de peregrinaje. Los visitantes acá encuentran algo que no se encuentra en cualquier lado. Al haber nacido de la idea de un niño, el proyecto es inatacable. La inocencia de un niño, no tenia intereses. Quienes estamos alrededor del museo somos cinco o seis familias que no tenemos nada que ver con la guerra, al no tener relación militar o política no hay otros intereses. Preferimos que venga el que siente Malvinas”, apuntó el creador del museo.

Los aviones, reconocidos como patrimonio histórico, son parte del paisaje de la ciudad y un lugar de juegos para los chicos de Oliva. Con sólo acercarse se puede apreciar como juegan sobre sus alas, se trepan a los fuselajes y vuelan desde sus motores. “Los chicos suben a las alas, juegan, pero no hay daños. Son casi un juguete en la plaza. Nunca ocurrió un daño. Por el valor que tienen, históricamente hablando, debería haber un guardia, pero no lo hay. Igualmente no han ocurrido daños, esperemos que no pase nada. Los aviones están completos, hicimos el trabajo de completar todos los aviones. Prefiero arriesgarme a que le hagan una rayita a que estén envueltos en vidrio. Primero deberíamos entender que esto es patrimonio histórico y que hay que preservarlo. Lo bueno del museo es que está al alcance de la mano. Algunos vienen por el motor, otro por la bodega de bombas. Vos les das la posibilidad a todos. Si tienen que pagar 20 pesos no todos lo van a tener y van a tener que mirarlo de los 70 metros. Mal resultado no nos ha dado”, apuntó.

Fioni reconoció que gran parte del instrumental o piezas que faltaban en los fuselajes fueron recuperados de lotes de rezagos. Al ser desactivados los aviones y no volver a volar, sus repuestos o componentes fueron a parar a la basura. No obstante, nunca salieron de las dependencias de las fuerza por lo que él pudo recuperarlos para el museo.

El futuro se proyecta con más aviones y más construcciones. Se ideo la fabricación de una réplica en escala natural de un guardacostas de Prefectura Nacional perdido en la Guerra, el emplazamiento de helicópteros y aviones de transporte como un C-130 Hércules y hasta se llegó a especular con la participación del museo como un sueño del programa Bailando por un Sueño de Canal 13. “Viene mucha gente, Polka vino a filmar, vienen a hacer imágenes por documentales, de Canal Encuentro. Hasta de la RAI vinieron a filmar a Oliva”, destacó Gabriel.

El sueño de un chico, basado en el respeto y la solemnidad, se materializó en uno de los Museos más importantes del país que recuerda a los muertos y veteranos de la única guerra que libró el país durante el siglo XX. Al alcance de la mano, los veteranos aviones, los recuerdos de los caídos y los cañones, son íconos de la guerra y del sacrificio. “Fue una guerra, la guerra es un hecho atroz y se conocen hechos miserables, pero la Guerra de Malvinas no gira alrededor de un hecho miserable. Hay muchas historias de vida, de valor, y más aún con Malvinas que no fue una guerra de odio, ni santa ni por petróleo, sino por territorio. Tiene una carga emocional. Nosotros no mostramos la Guerra, mostramos a los hombres que la vivieron”, finalizó Gabriel Fioni.

El Museo Nacional de Malvinas puede ser visitado todos los días. No tiene puertas ni rejas que separen a los visitantes de las maquinas en exposición. La sala principal, en el interior de la proa del Belgrano, se abre los fines de semana y puede ser recorrida acompañada por Gabriel o los otros miembros del museo.


2 de abril de 2012

 

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