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Liliana pedía 4 mil pesos por el alquiler de la casaquinta. “Ahora me acobardé. Hasta tuve miedo de tener complicaciones legales. Ahora prefiero no alquilarla, se la dejo a una amiga. Sólo quería solventar los gastos”.
Resignada, pero tranquila, la profesora de “danzas circulares sagradas” explicó: "No quiero que entren alimentos con grasas a mi hogar, además con la carne ingresan las bacterias y la putrefacción que naturalmente se forma en las tablas donde vienen las carnes. Mi casa es un ámbito para meditar y yo no quiero contaminarlo".
28 de diciembre de 2011