“Vení, Poro, que quieren hablar con vos”, le grita su hermana mayor, y ella responde al llamado. Bajita, de contextura pequeña y bastante tímida, nada hace pensar que no sea una típica joven de 22 años. Sus fotos de Facebook la muestran en el cuarto de su casa, del Barrio Sarmiento de Villa Celina, con su guitarra en mano, rodeada de almohadones rosas y una que otra imagen de Bob Marley, símbolo inmortal del reggae que tanto le gusta.
El día de la graduación de Stefanía Reinquet, en Casa Amarallia. |
Pero Natalia Stefanía Reinquet – o “Poro”, como le dicen todos – lo deja en claro desde el principio: “Cuando trabajo no soy yo, me cambia trabajar. Tengo mucha responsabilidad y la asumo. Hay que hacerse respetar, no se puede dar mucha confianza”. Es que esta “niña” de La Matanza, así de sencilla y menudita como se la ve, está a cargo de guiar a los barcos y evitar que encallen en su trayecto por el Río Paraná. Ni más ni menos que eso.
El término que define a su labor es “baqueano” o, en este caso, “baqueana”. Stefanía es la única mujer del país – y, hasta lo que sabe, la única de Latinoamérica, al menos de esta edad – que lo realiza. “Nos encargamos de la navegación del barco, llevándolo en un convoy remolcador de empuje. El capitán realiza las maniobras y el baqueano la navegación, porque tiene conocimiento de profundidades y las distancias con respecto a la costa, para no varar ni que haya otro tipo de inconvenientes. A partir de Entre Ríos, la zona del Paraná todavía no está señalizada”, explica a 24CON.
Además, se esfuerza por remarcar la diferencia entre su oficio y el de los llamados “prácticos”, como los que hay en el Puerto de Buenos Aires. “El practicaje es para buques de mucho porte, mientras que la baquía es para remolcadores de empuje, con un calado de poco más de tres metros, mucho menor al de los buques que vienen de más lejos. Justamente, por lo estrecho y la poca profundidad del Paraná”, describe.
Machismo a bordo
La motivación para elegir esta particular carrera le llegó por medio de su hermano, Christian. “Él ahora sigue en la parte de embarcamiento, en tierra, pero a mí siempre me gustó navegar, así que fui por ese lado”, cuenta. Así que en 2003 entró a la Escuela Nacional Fluvial “Comodoro Antonio Somellera”, dependiente de la Armada, que funciona cerca del casino flotante de Puerto Madero, después de ser trasladada desde el ex predio de la ESMA.
Stefanía (abajo a la derecha) junto a sus compañeras de cursada. |
Estos primeros cuatro años de práctica le sirvieron para conocer el ambiente y las costumbres que se viven durante un viaje por el río. “Por suerte, tengo la consideración de los compañeros, que me ayudan para tomar confianza. Al principio, tuve un poco de nervios, porque esto conlleva una gran responsabilidad, pero nada más”, confiesa Stefanía, al tiempo que señala que esa responsabilidad es “muy apreciada y reconocida” por sus colegas.
Sin embargo, también debe hacer frente a un ámbito dominado por los hombres que, muchas veces, no encubren su disgusto al ver a una chica tan joven tomando el control de una nave. “Hay distintas reacciones. Algunos tienen respeto y están predispuestos a aceptar a una mujer, pero hay otros muy machistas, que no creen que las mujeres estén capacitadas para esto. Yo no les digo nada: simplemente trato de demostrarles con mi trabajo que sí hay capacidad. Generalmente la gente machista es la mayor, porque son de otra época”, asegura.
La baqueana está de novia con un compañero que conoció en la Escuela Fluvial y jura que nunca tuvo “propuestas indecentes” a bordo del remolcador. “Como les duele en el ego que haya una mujer metida en esto, nadie se atreve a pasarse de la raya”, dice, convencida.
Ahora, la convocaron para dar una charla en la institución de la que egresó, como forma de motivar a las nuevas generaciones de chicas que quieran seguir sus pasos. “Sería lindo que otras mujeres pudieran demostrar que son igual de capaces que los hombres”, finaliza. Por lo pronto, en lo que a baquía respecta, sigue sola. Peleándola día a día en un universo masculino.
30 de julio de 2011