El encuentro entre una joven y un hombre que vive en situación de calle, comenzó a bordo de un vagón de tren cuando el hombre llamó la atención de quien después llamaría su "ángel".
La mujer se sorprendió al observar que el indigente calzaba zapatillas sostenidas en sus suelas con alambres, como así también el malestar que manifestaba por estar parado, ante una grave afección en los pies. Por lo tanto, la pasajera le cedió su asiento, punto de partida de una historia emotiva, cuando el propio hombre había perdido todo tipo de esperanzas de salir adelante frente a las penurias.
La historia comenzó el jueves 9 de junio pasado, cuando Alejandra Castillo viajaba en tren desde Derqui rumbo a San Miguel, donde cursa sus estudios, pero, poco antes de llegar a destino, observó que a sus pocos metros se hallaba Roberto, un hombre de 63 años, que intentaba encontrar en el vagón un lugar donde apoyarse, a primera impresión, cansado de estar parado.
"Me llamó la atención que debajo de sus zapatillas tenía un alambre. Entonces le cedí el asiento”, relató Alejandra a Crónica. Luego que el entonces desconocido se sentara, la joven se tomó el atrevimiento de ofrecerle un par de zapatillas, “aunque no tenía para él” reconocería después, y fue entonces que anotó su número de teléfono y le suministró veinte pesos para que pudiera llamarla y acordar por vía telefónica la entrega del calzado.
Cuando Alejandra se volvió a ver con su amigo Roberto para darle todas las cosas que consiguió para él, el hombre le agradeció una úlcera en los pies, agravada por la presión del alambre sobre la suela, para que esta no terminara de despegarse. Por lo tanto, le recomendó acudir a un hospital, pero la respuesta del hombre fue escalofriante: “Me dijo que no podía sacarse las zapatillas porque el alambre lo lastimaba. Además, me confesó que le daba vergüenza que un médico viera sus pies".