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Según una versión, el asesino preguntó: “¿Está Ángel?” Le dijeron que si. En ese momento, volvió sobre sus pasos. Las prostitutas lo vieron bajar las escaleras y desde los negocios de enfrente observaron que hablaba con la chica que lo había acompañado. No saben qué se dijeron, pero vieron como volvía a subir las escaleras. Entonces, empezaron los disparos, que fueron tres.
Otra versión, da cuenta que la encargada del lugar lo vio sospechoso y llamó a su padrastro, que trabajaba como encargado de cuidar la seguridad del lugar. Entonces, empezaron los disparos, que fueron tres. En esta hipótesis, parece que el asesinato fue consecuencia de un intento de robo frustrado.
Lo cierto es que, a las 3.30, la zona de la terminal comenzó a convulsionarse. El homicida bajó las escaleras corriendo y subió a la moto. La mujer que lo había esperado en la vereda se sentó detrás de él, mientras los vecinos llamaban al 911, las prostitutas gritaban y Ángel Gamarra Oviedo, de 41 años, se desangraba escaleras abajo.
"Fue horrible", dijo uno de los vecinos que acompañó a la víctima en sus últimos suspiros, justo en la entrada de 42 al 410, arriba del comedor de la UOCRA, justo frente a la salida de los micros de larga distancia.
Un policía de civil que pasaba por el lugar en una moto, sospechó que se trataba de un robo e inició una persecución que terminó en la zona de 13 y 68. Después, al realizar un rastrillaje por las mismas calles usadas por los sospechosos para fugarse, fue hallada una pistola calibre 22, compatible con la utilizada para cometer el crimen.
Ayer, los investigadores dijeron que se había tratado de un ajuste de cuentas. "Son todos paraguayos, los testigos, la víctima y los detenidos", informaron. Fue lo único.
La policía, sospechada y denunciada en estas semanas por presuntos cobros de protección a los cabarets de La Plata por La Fundación Alameda, prefirió no dar detalles del caso.
27 de septiembre de 2010