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El barro en los caminos internos de González Catán demostraba, sobre todo, que en los días anteriores había llovido fiero. Seguir el trayecto por el recorrido menos asfaltado y más “casero” para llegar a 20 de Junio, la localidad lindera, se hizo imposible por los charcos y las huellas movedizas.
El paisaje de estos recónditos lugares de La Matanza es particular. Mucho campo y casitas humildes. También tosqueras y yuyales crecidos. Todo, en el mismo distrito furioso que según se estima agrupa a más de 1,5 millones de habitantes.
Pero en las dos caras de la misma moneda también figura 20 de Junio, una localidad alejada de los centros comerciales y los barrios aglutinados. Tanto es así que, paradójicamente, para entrar al barrio hay que salir del distrito, es decir, a través de la mejor vía para no atravesar todo tipo de aventuras por los inhóspitos caminos de barro. Se llega por Pontevedra (Partido de Merlo), precisamente por la calle California hasta la entrada al pueblo.
20 de Junio: La antítesis
En la mitad del siglo pasado, sus primeros pobladores llegaron en busca de un paraíso para poder descansar. Alejado, con un microclima propio y una flora y fauna virgen, resultó el lugar ideal para el reposo de las familias con buen pasar económico. Así se configuró la localidad de 20 de junio, la menos poblada y la que brilla por su contraste con el resto de La Matanza.
Su fisonomía es diferente a la de cualquier otro punto del partido. Mucho más parecido a un emprendimiento privado que a un barrio matancero, los terrenos son un constante devenir de casas quintas, divididas en cuadras “de campo” de unos 300 metros.
Se erige al final de la calle Belgrano (la arteria principal), la estación 20 de Junio del ex ferrocarril Belgrano Sur, cuyas vías no están transitadas desde hace más de una década pero que los trabajadores se encargan de mantener en condiciones.
Las estimaciones actuales plantean que la población estable de la localidad (quinteros, algunos comerciantes y trabajadores agrarios) supera apenas los 1000 habitantes. Sin embargo, los fines de semana esta población se llega a duplicar o triplicar. La mayoría tiene auto, y los que no, deben esperar la única línea de colectivo (desde Pontevedra) que entra al pueblo, y que tiene un recorrido cada 45 minutos.
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Peligros latentes
Sin embargo, el clima de tranquilidad del paraíso matancero se ve perturbado desde hace tiempo por una serie de amenazas y peligros, como la contaminación del “Arroyo de la Cañada pantanosa” (ya que un barrio vecino arroja ahí sus desechos cloacales sin depurar), las plantaciones de soja aledañas (con sus químicos utilizados) y el miedo latente de una posible instalación de una tosquera dentro del casco urbano.
Al respecto, el primero en alzar la voz de alerta fue Roberto Paladín, un vecino que desde el año ’97 se opone a la explotación de una tosquera cerca de su terreno, y de la que, según dijo a 24CON: Aún sobrevuelan viejos fantasmas sobre su posible funcionamiento.
Ya se pueden ver las consecuencias a pocos quilómetros, en las gigantescas excavaciones de tierra en las cercanías con González Catán. Allí, atrás del relleno de la CEAMSE, la explotación de tosca dejó graves secuelas hasta el día de hoy. Lo más trágico es que carga con la muerte de varios chicos ahogados en las “piletas” de agua que se forman en el pozo.
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“No hay un negocio más redituable”, explicó al respecto Paladín. Sin embargo, su funcionamiento se puede convertir en catástrofe para toda una población. La ordenanza 10.424 exige que los emprendimientos que funcionan lo hagan en lugares bien delimitados, señalizados y con vigilancia las 24 horas. Esto no siempre sucede.
Sin embargo, no es el único conflicto. En la entrada al pueblo, del lado de Merlo, se instaló el barrio “5 de Marzo”, un complejo de monoblocks de algunas manzanas. Los desechos cloacales terminan en una improvisada planta de tratamiento (ya abandonada y que no funciona) y de ahí pasan directamente al arroyo.
También causa preocupación la gran cantidad de campos destinados a la siembra de soja y en especial los productos químicos destinados a esta actividad, en particular el uso de glifosato, un elemento altamente tóxico. Algunas consecuencias, como el alejamiento de perdices, liebres y aves que merodeaban el lugar, parecen ser el primer aviso.
En 20 de Junio son pocos, pero todos estos factores preocupan y mucho. De todas formas sus habitantes están políticamente organizados aunque en dos claros bandos. Por un lado la Sociedad de Fomento, manejada desde las sombras por el actual candidato a intendente Julio Ledesma, y por el otro la Comisión de Vecinos. Dos fuerzas que se encuentran en constante cortocircuito.
Así y todo, la localidad 20 de Junio con sus 6 kilómetros cuadrados de extensión, parece una “isla” dentro de la misma plataforma continental. Pocos saben de ella, de su gente y de sus problemáticas. Lo que sí, internamente ya lo dicen sus habitantes: “Pueblo chico, infierno grande”.
21 de septiembre
Video: Recorrido 20 de junio
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