No le gustaban los perros y los llenó de balas

La historia recuerda a la de Benet: un vecino "loco", dos perros indefensos y los vecinos, indignados. "Estos dos no muerden más a nadie", dijo el agresor antes de huir

Un escenario barrial, marcado por la calle y la planta baja de un edificio. Allí mismo transitaban sus días dos perros, amigos entre si y parte de la familia de cada vecino. Juan y Bocha, tal cual los había bautizado el barrio, vivían en la entrada de un edificio de Lugano. Allí mismo fueron brutalmente atacados.

 

Según relatan testigos, la madrugada del 8 de febrero se cernía sobre Lugano cuando Eduardo, desenfundó su arma y disparó contra los dos canes. Nadia estaba a pocos metros esperando en la parada del colectivo y logró ver la escena como si se tratara de una secuencia cinematográfica. Por instinto se acercó, lo que hizo que el arma que empuñaba su vecino dejara de apuntar a los perros y se dirijiera a ella.


“Estos perros no muerden más a nadie” aseguran que afirmó el agresor, “ustedes no vieron nada” habría sido lo último que dijo antes de escapar.

 

Fiorella vive en el mismo edificio donde se resguardaban por la noche los dos animales y en el mismo donde se encuentra la casa del agresor. “Ya había amenazado, a varias personas les había dicho que los iba a matar, entonces les disparó. Trabaja en seguridad privada por eso tenía el arma. Y a la chica que lo vio la amenazó, le dijo que la iba a matar” explicó la joven a 24CON.

El violento vecino propició dos disparos a cada perro, a Juan los dos tiros lo impactaron en la columna hiriéndolo gravemente. Por recomendaciones veterinarias debió ser sacrificado ya que no había forma de salvarlo y solo el esperaba una dolorosa muerte. Bocha por su parte recibió los proyectiles en su cabeza, “en las placas se ven bien las balas, entraron por la cabeza. no se lo operó porque no era necesario, están en tejidos blandos”. El disparo que mas daño causó se encuentra alojado por debajo de la laringe; el de menor daño, en zona “ventro-medial de rama mandibular izquierda, sin afectar tejidos óseos” según el informe veterinario, es decir, en al zona interna de la mandíbula.

“Vivieron 3 años debajo de ese edificio, conocían a todo el mundo, nosotros les dábamos de comer y siempre uno los saludaba y le hacía algún mimo, alguna caricia y siempre contestaban bien” recuerda Fiorella, “nunca mordieron a nadie”.

Los dos perros primero fueron trasladados por los vecinos a la veterinaria del Doctor Gallo de Villa Soldati y luego a la Gatperr de Lugano. Bocha, el sobreviviente del ataque, fue adoptado por Verónica quien vive en el mismo edificio que el agresor y quien se encarga de las curaciones y cuidados del animal. 

“Fuimos a la comisaria 53 a radicar la denuncia, pero no tomaron la de violencia contra los animales, pero si la de Nadia por amenazas de muerte. De ahí fui a la fiscalía 37 de Parque Patricios donde pude radicar la denuncia contra Eduardo por Juan y Bocha. Ahora hay dos denuncias entonces, pero los proteccionistas nos dicen que estas causas siempre son archivadas”.

Aun cuando las dudas sobre el accionar de la justicia crecen, el barrio comenzó con el castigo para con el presunto agresor. Muchos dejaron de saludarlo, le esquivan la mirada y hasta cambian de vereda si lo cursan en cualquier caminata “él negó todo y ofreció plata para la operación de los perros, nadie le aceptó la plata”.

El ataque a Juan y Bocha remite inevitablemente al brutal ataque que sufrió el perro Benet, (Ver: Benet quedó ciego por el monstruo que lo incendió). Un can callejero que fue rociado con nafta y luego incendiado por un habitante de Ezeiza. Que logró salvarse sólo por la rápida ayuda brindada por los vecinos.

Fiorella y los vecinos que ahora cuidan a Bocha se ganaron la amistad de los proteccionistas de animales que difundieron el caso y están brindando todo su apoyo y su ayuda. Ahora sólo resta esperar que la justicia investigue el caso y esclarezca qué fue lo que llevó a Eduardo a disparar sobre los indefensos animales esa madrugada.

 

 

16 de marzo de 2010