Esa costumbre de matar en verano
Qué extraño fenómeno lleva a las mediáticas estrellas a querer refulgir en la locura, la vorágine, el descontrol y la muerte, es un misterio.
Pero desde que el mar es mar, todos los veranos, tarde o temprano, tienen su noticia de sangre y dolor.
Ayer, el ocaso fue para el más estrella que boxeador Rodrigo “La Hiena” Barrios. Había cenado con su amigo y abogado Jose Vera, con su colega la “Locomotora” Castro en Pinamar, disfrutaron de un show y cada uno a su casa.
Apenas doce horas después, entre hipos y sollozos, la Hiena volvió a hablar con su abogado para pedirle que haga algo. “Acabo de pisar a unos cuantos, no sé que hice”, le dijo. Hipaba como un niño.
Pero el dolor más profundo fue para la familia de Yamila González, que se aprestó a cruzar la calle con su panza de seis meses, fecunda de vida, y llegó muerta al otro lado de la acera.
Un bólido en forma de 4 x 4, de esas que ostentan su poderío como kingkones de acero en la Costa, desbocó a un 147 y desencadenó la tragedia. El boxeador giró en U, chirrió sus neumáticos, chocó otro auto y huyo de su propio destino.
Así lo hizo hace años atrás otro personaje “peladito, de flashes y revistas como él (sólo que más cool), Gaby Alvarez, en Punta del Este. Yendo desde José Ignacio a La Barra, el Honda Prelude que manejaba su secretario arrolló y mató a dos motociclistas que venían en sentido contrario. Una maniobra fatal (accionaron el freno de mano y derraparon), producto de una pelea narcotizada de ambos, desencadenaron el horror.
Así lo hizo en 1988 otro boxeador – a juicio de los expertos el más grande campeón mundial que dio la Argentina- como la Hiena, Carlos Monzón, también en Mar del Plata, cuando los excesos saturaron su sangre y se descargaron en forma de muerte sobre su mujer, Alicia Muñiz. Monzón también quiso escapar. Dijo que Alicia se tiró del balcón. Pero a Alicia la mató él.
Un hilo conductor invisible pero poderoso hilvanó el destino de La Hiena, Gaby Álvarez y Monzón. Las tres fueron estrellas refulgentes que creían tener el mundo a sus pies y pisaron el destino inocente de sus víctimas.
Provocaron a la muerte porque se creyeron inmortales.
Los mareó el mismo éxtasis y la misma locura.
Pero no pudieron.
Porque el verano trae sol. Pero la arrogancia, los excesos y la impunidad son tan mortales que lo convierten en sombra, oscuridad y muerte
Direccion 24CON