Le falta una pierna y se animó a cruzar el Río de La Plata

"Con amor, voluntad y compromiso, todo se puede", dijo Gustavo Villarreal a 24CON.

Tenía una vida normal. Hasta que el 26 de abril de 1982, Gustavo Villarreal sufrió un accidente de moto que le provocó la amputación de su pierna izquierda. El shock le quitó todo lo que había logrado. Abandonó su curso de guarda vidas y se dedicó de lleno a las drogas. “Por la depresión”, repite. A esa altura, con 22 años, conoció lo peor de la vida.

Otros veintidós años le costó salir adelante. “Hasta que pude aceptarme y finalmente me recuperé”, exclama recién salido del agua en el Club Argentino de Castelar, donde actualmente entrena a diario para llevar a cabo el reto más duro de todos luego de su choque: cruzar el Río de la Plata desde Carmelo en Uruguay hasta las costas de San Isidro a nado. Quimera que pretende lograr el martes 8 en un tiempo récord de “entre 10 y 16 horas”.

- ¿Por qué te pusiste esta meta que pocos lograron en la historia?
- Para que la gente sepa que pese a las adversidades de la vida, con amor, voluntad y compromiso todo se puede. Mi lema es “no a la droga y al calentamiento global, y sí al deporte”.

- Empezaste a nadar desde antes de tu accidente, ¿Qué se siente hacerlo con una sola pierna?
- Mirá, yo empecé a nadar a los cinco años, hice un curso de guarda vidas que nunca terminé y después dejé cuando tuve el accidente. Volví al agua cuando pude recuperar la confianza en mi cuerpo y eso me llevó varios años. Recién hace siete años que estoy de vuelta con la actividad y me siento muy cómodo.

 

Corría el año 1978 cuando Villarreal definió que sus nupcias con el agua serían eternas pese a cualquier revés. En ese tiempo comenzó a trabajar como guarda vidas en el camping Santa Rita propiedad de la Asociación de Supervisores Metalmecánicos de la República Argentina (ASIMRA) ubicado en la localidad Ferrari del partido de Merlo.

Pero el accidente, la depresión, y las drogas lo dejaron stand by durante un tiempo. No nadaba porque “tenía un complejo de inferioridad y no toleraba que la gente me mire”, recuerda entre risas. Hoy “lo tengo totalmente asumido, es más, los chiquitos me preguntan sobre mi pierna y a mí me encanta explicarles qué pasó, no todos los días ven a un nadador sin una pierna”. Está claro, es otro tipo.

- ¿Cómo se lleva adelante tamaña travesía de cruzar el Río de La Plata?
- Con mucho entrenamiento. Además, no es la primera vez que nado un tramo largo. En Abril de este año, junto con un amigo, hicimos un raid a beneficio de una fundación de chicos con capacidades diferentes. Nadamos desde Vuelta de Obligado hasta San Pedro por el Paraná. Unos 23 kilómetros.

- Pero eso es menos de la mitad de lo que vas a recorrer ahora.
- Es verdad, lo del martes es un recorrido de 57 kilómetros. Pero el estar tanto sin nadar me hizo dar cuenta que perdí mucho tiempo de mi vida. Ahora que puedo reencontrarme con el agua, voy a aprovecharlo al máximo. Recibí de Diós un boleto de ida y no quiero desperdiciarlo.