Si bien esta fue la conquista alcanzada por las organizaciones piqueteras que acamparon durante treinta horas en las puertas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, sobre la Avenida 9 de Julio, es más que probable que el resto de las agrupaciones, incluidas las ligadas al oficialismo, hagan lo propio sin tomar en cuenta el control de los jefes comunales.
Las únicas experiencias sobre distribución de los planes de empleo en la Argentina se vivió en plena crisis de 2001- 2002, cuando Eduardo Duhalde era presidente e instauró el plan universal de Jefas y Jefes de Hogares.
Los adherentes debían ser cargados por los responsables de Empleo de cada municipio, pero en algunos casos, como San Martín, que terminó siendo emblemático, nunca se supo oficialmente cuántos adherentes había ni qué trabajo hacían.
En la mayoría de los casos, el férreo control municipal hizo que fuera el oficialismo quien dispusiera de una masa crítica impresionante de planes, negando la posibilidad al resto de las organizaciones de tener su propia estructuración.
Cuando ingresó el kirchnerismo, esto se modificó, y a través de diferentes funcionarios de primera y segunda línea nacional se procedían a repartir los distintos planes. Carlos Castagnetto y Sergio Berni fueron los máximos responsables de cada partida ejecutada por el Ministerio, donde en aquel entonces convivían Luis D´Elía, Emilio Pérsico, Edgardo Depietri y Jorge Ceballos como máximos referentes de las organizaciones sociales.
En estos casos, los intendentes pasaron a ser mudos testigos del “armado paralelo” que tenían los piqueteros que terminaban siendo utilizados por la oposición local en la pelea entre Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner de 2005.
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Esta situación seguramente se repetirá en 2011, y ya preocupa a la mayoría de los intendentes que, en privado, desconfían de las bondades de este plan que servirá para “armar un ejército K”, como lo describen en privado la mayoría de ellos.
En este caso, la “distribución” de los planes estará organizada por el municipio, los grupos piqueteros y organizaciones sociales alineadas con el oficialismo y las que no lo están ahora, pero en el pasado fueron parte de su esquema de poder.
Todos estos condicionamientos, que los jefes comunales ya vivieron en diferentes circunstancias, abre un nuevo interrogante sobre la relación con un gobierno nacional al que siempre le reprochan una doble intención.